En rueda de prensa junto al líder del opositor Partido Moderado, Ulf Kristersson, afirmó que “el país abandona una era para entrar en una nueva”.
Por su parte, en el contexto del conflicto en Ucrania, que involucra a ese país y a Rusia, la Cancillería de este último advirtió que la decisión solo reduciría la estabilidad en el norte de Europa y no mejoraría su seguridad.
La alianza transatlántica busca con ello “continuar su expansión geográfica y crear otro flanco para amenazar a Rusia”, indicó la portavoz de la oficina María Zajárova el pasado viernes, luego del anuncio de Finlandia de adherirse a la OTAN.
Por otro lado, el Partido Socialdemocracia Sueco, al que pertenece Andersson, adelantó las pasadas jornadas que apoyaría la medida.
«La dirección del Partido decidió que trabajará para que Suecia solicite el ingreso en la OTAN», explicó previamente la formación en un comunicado.
El texto explica que la solicitud está condicionada a que no se despliegue armamento nuclear alguno ni bases permanentes en suelo sueco, según el texto, que califica de histórica la decisión.
“Lo que no está claro es de qué les vale a nuestros vecinos finlandeses y suecos en el (mar) Báltico convertirse en una nueva línea de confrontación entre la OTAN y Rusia. Las secuelas negativas para la paz y la estabilidad en el norte de Europa son evidentes”, subrayó la Cancillería rusa sobre el tema.
El pasado 24 de febrero el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció el inicio de una “operación militar especial” en Ucrania, con el objetivo de «desmilitarizar» y «desnazificar» ese país.
Luego de esa fecha, Estocolmo y Helsinki se replantearon su histórica política de neutralidad e inclinaron a la opinión pública hacia la entrada a la alianza atlántica, que agrupa en la actualidad a 30 países.
Según Moscú, la incorporación al bloque militar también perjudicaría la imagen de promotores de iniciativas constructivas y de cohesión internacional, que Suecia y Finlandia mantienen durante décadas.
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