Esta reunión a nivel ministerial estará presidida por el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, y se espera un reporte del secretario general de la ONU, António Guterres.
También estarán en la sesión el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, y el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Qu Dongyu, entre otros. El hambre mundial, impulsada principalmente por los conflictos, continúa empeorando, según alertó el informe global anual sobre crisis alimentarias, elaborado con apoyo de agencias de la ONU y publicado a principios de este mes.
Durante 2021, cerca de 193 millones de personas enfrentaron niveles críticos de hambre en 53 países y territorios debido a guerras, situaciones de inseguridad, crisis económicas y climas extremos, señaló ese reporte.
Asimismo, detalló, el conflicto fue el principal impulsor del hambre para 139 millones de personas en 24 países y territorios.
Como aseveró en varias ocasiones Guterres, el conflicto en Ucrania tiene ahora fuertes impactos en la producción de alimentos a nivel internacional, en los mercados energéticos globales y también altera los sistemas financieros y exacerba las vulnerabilidades extremas del mundo en desarrollo.
A juicio del secretario general, una solución significativa frente a la inseguridad alimentaria mundial requiere reintegrar la producción agrícola de Ucrania y la producción de alimentos y fertilizantes de Rusia y Belarús en los mercados mundiales, a pesar de la guerra.
En abril pasado, la secretaria general adjunta de la ONU, Amina Mohammed, advirtió que la crisis ucraniana corre el riesgo de sumir a mil 700 millones de personas -más de una quinta parte de la humanidad- en la pobreza, la indigencia y el hambre.
Ucrania y Rusia suministran el 30 por ciento del trigo y la cebada del mundo, una quinta parte del maíz y más de la mitad del aceite de girasol, observó la alta representante del organismo multilateral en el Consejo de Seguridad.
Juntos, dijo, sus cereales son una fuente esencial de alimentos para algunas de las personas más pobres y vulnerables, y proporcionan más de un tercio del trigo importado por 45 países africanos y menos desarrollados.
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