Un sondeo del diario The Jerusalem Post reveló que en tres escenarios con alianzas diferentes el ex primer ministro Benjamín Netanyahu no conquistaría más de la mitad de los 120 escaños de la Knesset (Parlamento).
Aunque el partido de Netanyahu, el ultranacionalista Likud, obtendría de 30 a 35 curules, la coalición de derecha que encabeza junto a las formaciones Sionismo Religioso, Shas y Judaísmo Unido de la Torá sumarían 59 asientos.
Mientras, los integrantes de la variopinta alianza gubernamental bajarían a 54 escaños, y la Lista Conjunta, que agrupa a pequeños partidos de izquierda y árabes, siete.
La investigación destacó que el 65 por ciento de los israelíes no está satisfecho con el desempeño del primer ministro Naftali Bennett, y apenas 30 por ciento se mostró contento.
La crisis en la alianza en el poder se acentúo la pasada semana, cuando la legisladora Ghaida Rinawie Zoabi abandonó la misma tras criticar a Bennett por su falta de respaldo a la minoría árabe.
Tras su salida, la asociación de ocho partidos quedó con 59 curules en el hemiciclo, donde arreciaron los ataques de Netanyahu y sus aliados.
El primer golpe a la coalición ocurrió el 6 de abril último, cuando perdió la mayoría legislativa por la decisión de la diputada ultraderechista Idit Silman de sumar su voto a la oposición, dirigida por el Likud.
La alianza está integrada por agrupaciones de ultraderecha, centro, islamista, izquierda, todas unidas en su rechazo a la vuelta al poder de Netanyahu, quien dirigió el país durante 15 años, 12 de ellos de forma ininterrumpida.
Esas profundas diferencias ideológicas provocan constantes roces en numerosos temas que van desde la relación con los palestinos y la colonización judía de sus tierras hasta asuntos religiosos y de presupuestos.
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