En una esperada elección en seis estados, Aguascalientes, Durango, Tamaulipas, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, realizada el domingo, los pronósticos se cumplieron al ser derrotados los partidos de oposición Acción Nacional, Revolucionario Institucional (PRI) y Revolucionario Democrático (PRD), que solo retuvieron Aguascalientes y Durango.
Ahora, gracias a una coalición del PRI y PRD -de origen revolucionario aunque ya bastante lejano- con el ultraconservador PAN, esas tres agrupaciones solo dominan en conjunto seis de 31 estados, pues de los 10 que no gobierna Morena dos son del Movimiento Ciudadano, uno del Partido Verde y otro del Partido del Trabajo.
Aunque los máximos líderes del PAN, Markos Cortés y del PRI, Alejandro Moreno, proclamaron que la victoria en Aguascalientes y Durango -dos estados en los que los cárteles del crimen organizado ejercen un fuerte control- confirma que su alianza partidista funciona, la realidad demuestra todo lo contrario.
De todas formas los resultados finales no se conocerán de inmediato, pero los adelantos ofrecidos por el Instituto Nacional Electoral son irreversibles como tendencia y es muy difícil que haya cambios.
Sin embargo, desde este mismo momento comenzarán las impugnaciones al ejercicio electoral por parte de esa coalición denominada Vapor México.
Opositores a Cortés y Moreno dentro de sus respectivos partidos, insisten en que llegó la hora de un cambio de dirección ante el gran descrédito de ambos y la crisis de liderato que contribuye a la cadena de fracasos de uno y otro, al extremo de que el PRI pasó de ser el mayoritario en la nación, a una agrupación de minorías.
El PRD, la otra parte de la coalición, es apenas una sombra de lo que fue en épocas de Cuauhtémoc Cárdenas, y sigue al borde del abismo en cuanto a sostener su representatividad como partido político por su baja representación en ambas cámaras del Congreso.
También como se había pronosticado, el que sale fortalecido de estos comicios es el partido Morena y su líder López Obrador, aun cuando el mandatario ha eludido un protagonismo partidista en respeto a su enfoque de que es el presidente de todos los mexicanos y no de un partido en particular.
Incluso repite que cuando concluya su mandato en noviembre de 2024 se retira de la política y de la vida pública y que nadie más oirá hablar de él y se refugiará en su finca de Palenque para vivir entre los árboles maderables y frutales que ha sembrado en ese pedazo de tierra.
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