Tras su regreso la víspera de su vecino Congo-Brazzaville, donde se entrevistó con su par Denis Sassou Nguesso, Tshisekedi afirmó que no hay duda de que Kigali apoya una rebelión en su territorio, aunque insistió en que continúa la búsqueda de relaciones pacíficas.
Se trata de la primera reacción del mandatario de la República Democrática del Congo sobre la crisis entre ambos países, y que la semana pasada parecía solucionarse tras un cara a cara de este con su homólogo ruandés, Paul Kagame, en Luanda en una fecha no definida.
«Siempre he mantenido que hay que construir puentes en lugar de muros», dijo Tshisekedi en una comparecencia en la televisión estatal.
Aclaró que los vecinos no deben confundir su deseo de paz con debilidad.
«Espero que Ruanda haya aprendido esta lección, porque, hoy, está claro, no hay duda, que Ruanda apoyó al M23 para venir a atacar a la RDC (República Democrática del Congo)», explicó.
Los rebeldes del M23 aumentaron el mes pasado sus acciones de enfrentamiento contra el ejército en el este del país, después de un rearme a finales del año pasado al considerar que el gobierno incumplió un compromiso de 2019 de incorporarlos a las fuerzas armadas.
La crisis bilateral llevó a la suspensión de vuelos de la estatal RwandAir. Tanto la Organización de Naciones Unidas (ONU) como la Unión Africana (UA) llamaron a la calma.
Desde el genocidio de 1994 de los hutus contra los tutsis en Ruanda las relaciones fueron tensas entre los dos países, pero en 2019 esa situación cambió con la llegada de Tshisekedi al poder.
Kigali señala a Kinshasa de brindar refugio a los de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda. El presidente angoleño, Joao Lourenzo, media en la crisis como cabeza de la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos, de la que los tres países forman parte.
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