Por Víctor Carriba
Enviado especial de Prensa Latina a la Cumbre de Panamá en 2015
Y lo hizo sin condiciones y en la persona de uno de los principales protagonistas de la Revolución de 1959, el General de Ejercito Raúl Castro, en ese momento como jefe de Estado de la mayor isla antillana.
El apretón de manos y el primer encuentro oficial entre el presidente cubano y el entonces mandatario estadounidense Barack Obama en Panamá aquel 11 de abril de 2015 marcó un hito dentro de la larga discriminación sufrida por el país caribeño a causa del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por la potencia norteña desde 1960.
Ese intercambio entre ambos gobernantes concretó el punto de partida del empeño, primero, de restablecer relaciones diplomáticas (idea hecha realidad tres meses después del encuentro de Panamá), para después avanzar hacia la normalización de unos vínculos inexistentes desde hace más de medio siglo.
“Ya era hora de que yo hablara aquí a nombre de Cuba” y “me deben seis cumbres de las que nos excluyeron”. Así comenzó Raúl Castro el discurso del estreno de su país en el foro continental que por primera ocasión reunió en la misma mesa a los 35 Estados del continente.
La inclusión de Cuba en ese cónclave fue resultado de una generalizada y enérgica demanda latinoamericana y caribeña y del peligro que representaba desconocer ese reclamo para la propia existencia de las Cumbres de las Américas.
“Agradezco la solidaridad de todos los países de la América Latina y el Caribe que hizo posible que Cuba participara en pie de igualdad en este foro hemisférico”, dijo Raúl Castro en presencia del jefe de la Casa Blanca, para quien tuvo palabras de reconocimiento por su decisión de avanzar hacia una nueva era en las relaciones con la mayor de las Antillas.
En Panamá, el jefe de Estado cubano opinó que Obama no tenía responsabilidad en la historia de ataques y agresiones de su país contra Cuba.
Pero ese acercamiento fue cortado de cuajo tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos (2017 y 2021) y la aplicación de cientos de medidas coercitivas que recrudecieron con fuerza el bloqueo de más de seis décadas.
Al hablar a los periodistas que cubrieron el primer encuentro oficial entre las más altas autoridades de ambos países, el mandatario estadounidense agradeció a Raúl Castro “el espíritu de apertura demostrado hacia nosotros”.
Todo se puede discutir si se hace con respeto a las ideas de la otra parte, incluyendo las cuestiones en que se discrepa, puntualizó el presidente cubano para apuntar que existen muchas diferencias en la complicada historia entre los dos países, “pero estamos dispuestos a avanzar”.
Por su parte, Obama sostuvo que “después de 50 años en que no habíamos cambiado la política, había que intentar algo nuevo… estamos empezando el camino hacia el futuro y para dejar atrás las circunstancias del pasado”.
No obstante, Raúl Castro apuntó en esa ocasión que el bloqueo se aplica contra Cuba en toda su intensidad, “provoca daños y carencias al pueblo y es el obstáculo esencial al desarrollo de nuestra economía. Constituye una violación del Derecho Internacional y su alcance extraterritorial afecta los intereses de todos los Estados”.
Cuba fue expulsada de la OEA en 1962 y en reiteradas ocasiones ha insistido en que no pretende ni quiere regresar a esa organización controlada por Estados Unidos.
Una cosa sí es indudable: ambos presidentes hicieron histórica la cumbre panameña.
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