Ello responde a una inflación creciente en esta región que puede influir de manera determinante en los crecimientos posteriores.
La escalada de las primas de riesgo de los países periféricos de la zona euro en los últimos días y el temor a una nueva recesión devolvieron al BCE el protagonismo.
Se trata de los peores momentos de la crisis financiera, obligándole a esa instancia a actuar.
Los operadores de materias primas entienden que esa posible recesión, que ya se da por descontada en Estados Unidos, no está tan clara en Europa, mientras algunos de los expertos consultados la ven inevitable, y otros prácticamente la descartan.
En esa cuerda precisamente los temores a una recesión agitan los mercados en los últimos días y ensanchan las primas de riesgo, es decir, el coste adicional que tienen algunos países para financiarse por el hecho de ser menos seguros que Alemania, la referencia.
Con el aumento de las primas de riesgo regresa uno de los fantasmas de la crisis financiera, el riesgo de fragmentación de la eurozona, que el BCE se apresuró a atajar.
La decisión de reinvertir con flexibilidad los bonos adquiridos durante la pandemia de la Covid-19 es solo una aspirina para el analista Juan Ignacio Crespo, algo en lo que coincide el director de Coyuntura Económica de Funcas, Raymond Torres.
Este último cree que tal política solo tendrá efecto a muy corto plazo.
En cualquier caso, los expertos dan por descontado que el BCE auxiliará a los países periféricos.
Y todo ello en un marco de conflicto geopolítico, situación degradable energética, falta de suministros como los semiconductores y disputas comerciales en muchos planos.
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