Tiene que irse del todo, afirmó el líder de los laboristas, Keir Starmer, al reaccionar a los rumores de que Johnson, quien tiene previsto anunciar su dimisión este jueves tras perder el apoyo de su gabinete y del partido, quiere seguir en el número 10 de Downing Street hasta que los conservadores elijan un sustituto en el otoño.
En opinión de Starmer, quien aseguró estar listo para unas elecciones generales, no tiene sentido alguno que su némesis política siga aferrado al poder después de un mandato caracterizado por la mentira, el fraude y el caos.
Su propio partido llegó finalmente a la conclusión de que no tiene condiciones para ser primer ministro, y los laboristas presentarán una moción de censura si los ´tories´ no se deshacen de él, recalcó.
La rebelión que dio al traste con la carrera política de Johnson tuvo como antecedente varios escándalos recientes, como fue el caso de las fiestas ilegales celebradas en su despacho durante la cuarentena por la pandemia de Covid-19.
La gota que rebosó la copa fue la designación de un diputado sobre el que pesaban acusaciones de conducta sexual inapropiada como jefe de la disciplina partidaria dentro de la bancada conservadora.
El escándalo estalló la semana pasada, cuando el propio legislador Chris Pincher renunció al puesto y luego fue suspendido de su curul, por manosear a dos hombres en un bar privado londinense.
Johnson tuvo que admitir, después que sus voceros hicieron todo lo posible por protegerlo, que tenía conocimiento de las quejas sobre el diputado, y a pesar de ello lo nombró para un cargo tan importante.
Aunque su renuncia es un hecho prácticamente consumado, el primer ministro nombró este jueves un nuevo gabinete, en sustitución de los funcionarios que dimitieron en las últimas horas.
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