La aeronave, que viajaba de Serbia a Bangladesh, se estrelló anoche a unos 40 kilómetros de la norteña ciudad de Kavala luego de incendiarse al menos uno de sus propulsores y producirse numerosas explosiones en su interior.
El general del Cuerpo de Bomberos Marios Apostolidis describió la situación de inestable, pues alrededor de los restos del fuselaje había enormes temperaturas, mucho humo y una sustancia blanca de origen desconocido.
Por ese motivo, se decidió reforzar el análisis del siniestro con especialistas en sustancias químicas y artificieros, y alejar al resto del personal. Las autoridades pidieron a la población mantenerse en sus viviendas y usar mascarillas.
El ministro de Defensa serbio, Nebojsa Stefanovic, dijo que el avión Antonov AN-12 cargaba 11,5 toneladas de munición de entrenamiento para morteros y partió a las 20:40, hora local, desde la ciudad serbia de Nis hacia Dhaka en Bangladesh, con escalas previstas en Amán y Riad.
Stefanovic subrayó que la operación era totalmente legal y había contado con la aprobación del Ministerio de Defensa de Serbia.
Aunque no está confirmado en el terreno, el titular serbio dijo que los ocho tripulantes de nacionalidad ucraniana fallecieron durante el siniestro.
El piloto solicitó permiso para realizar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto griego de Kavala, pero no consiguió aterrizar a tiempo.
Los servicios de rescate griegos utilizaron este domingo un dron para sobrevolar los restos del avión, debido a lo peligroso de la carga.
Dos bomberos fueron trasladados al hospital más temprano con dificultades para respirar debido a los gases tóxicos. Hasta ahora no hay registros de contaminación en la zona.
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