La festividad se remonta a la dinastía Han (206 AC-220 DC) y tiene lugar el séptimo día del séptimo mes lunar, por lo general, en agosto en el calendario gregoriano.
Como casi todos los mitos chinos lo acompañan muchas historias, pero todas coinciden en que el Qixi está inspirado en el relato romántico entre el pastor Niulang y el hada-costurera Zhinu, su lucha por permanecer unidos pese a la prohibición de los dioses y el nacimiento de la Vía Láctea.
Según cuenta la leyenda, el amor entre el mortal y la deidad logró que el Emperador de Jade y su Emperatriz cedieran y les permitieran reunirse una vez al año, siempre en la séptima noche del séptimo mes.
Por tradición, al llegar la festividad los chinos contemplan el cielo para ubicar la estrella más brillante de la constelación Aquila y a la estrella Vega, que se identifican con Niulang y Zhinu. Los dos grandes astros siempre brillan en lados opuestos dentro de la Vía Láctea.
Si llueve en la noche del Qixi, se dice que es porque el hada llora al encontrarse con su amado.
En tiempos pasados la jornada era ocasión para que las muchachas mostraran sus habilidades de bordado, las mujeres solteras rezaban para encontrar un buen esposo y las recién casadas oraban para quedar embarazadas pronto.
Como muchas tradiciones en China, el Qixi se transforma y en la actualidad los jóvenes lo celebran de la misma manera que el Día de San Valentín del mundo occidental.
La fecha ahora se caracteriza más por la entrega de ramos de rosas, regalos lujosos, chocolates y cenas con velas románticas.
De hecho, la prensa local reportó este jueves un incremento significativo tanto en las ventas de flores, perfumería y joyas como en las reservaciones en los hoteles y en los restaurantes.
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