Según el suboficial Luis Jacinto Díaz, técnico de vuelo de helicóptero del grupo de aviación de una brigada de la Defensa Antiárea de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, perteneciente a su Ejército Central, las maniobras que se ejecutan sobre la zona del siniestro resultan extremadamente peligrosas debido al nivel de precisión que demandan.
Se labora actualmente con tres helicópteros sincronizados para evitar una colisión, al acercarnos al mar recogemos con cubetas bambi un aproximado de dos mil litros de agua por cada recorrido, esta se vierte en el lugar indicado con la mayor exactitud con el objetivo de disminuir la fuerza de las llamas, explicó.
El técnico de vuelo comentó que al adentrarse en los alrededores inmediatos del incendio el humo cubre la zona de descarga del líquido, cada piloto trabaja con una visibilidad casi nula por ello cada detalle cuenta para evitar un accidente.
Díaz manifestó que nada en su vida profesional se asemeja a este fuego, el miedo existe, pero el deber con el pueblo y el país lo mantendrá hasta el cese de la última llama.
El jefe de nave, teniente coronel Carlos César Columbié, miembro del Grupo de la Aviación Centro argumentó que cada cubeta pesa aproximadamente dos toneladas, se realiza el vuelo a una velocidad entre 50 y 60 kilómetros por hora con una altura entre 30 y 40 metros en dependencia a la magnitud del fuego, detalles inviolables en el proceso.
El margen al error en cada operación es nula, los tres tripulantes del helicóptero saben de lo imprescindible del éxito de cada proceso para contrarrestar las fuerzas de las llamas, señaló.
Columbié refirió que la preparación y el deseo de cumplir el deber con la Patria representan el empuje necesario para acometer tan difícil tarea, el mayor orgullo de un militar es servir a su pueblo.
Con más de 30 años de servicio, el jefe de nave afirmó que jamás había presenciado un fenómeno de tal magnitud, sin embargo, recalcó que las tripulaciones cuentan con preparación necesaria en el propósito de poner fin al siniestro.
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