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Brasil retomará su curso al progreso, con Lula al timón (XI y última)

Lula-Bolsonaro-Brasil
Conneticut, EE.UU. (Prensa Latina) El tema por discutir es si Luiz Inácio Lula da Silva gana en primera vuelta o si deberá esperar al 30 de octubre para, en el balotaje, derrotar al fascista mesiánico que habita hoy en el Planalto.

José R. Oro, colaborador de Prensa Latina

No es para nada trivial, ni de solo esperar unas semanas. Entre la primera y la segunda vuelta puede, como decimos en Cuba, “haber de todo”.

Considero bastante perjudiciales las segundas vueltas electorales en sentido general, y creo que este caso es un ejemplo de por qué tales desaprensiones.

Si llegara a perder Lula en una segunda votación, eso sería una palmaria y manifiesta bufonada anti- democrática, un triunfo ostensible del “dinero contra la vergüenza”, invirtiendo la famosa consigna de Eduardo Chibás. La antidemocracia de las clases hegemónicas significa lo opuesto al poder político “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, como lo expresaran Fidel Castro y Abraham Lincoln.

El balotaje y su controvertida historia

El balotaje (galicismo que se emplea para las segundas vueltas electorales) no es instrumento de inclusión y de pluralismo político, pues, ¿acaso la primera elección presidencial no brindó (en este caso) al pueblo brasileño diversidad de opciones? En la primera vuelta participan varios candidatos presidenciales y el pueblo como soberano ¿no determina por mayoría de votos entre los candidatos quien es elegido? Entonces, ¿el pueblo en las primeras elecciones presidenciales el 2 de octubre no decide si vota mayoritariamente por Lula, quien de seguro va a obtener una ventaja de dos dígitos de los votos sobre el fascistón de Bolsonaro?

En consecuencia, con el “balotaje” ¿no se desconoce la voz del pueblo: «Vox populi, vox dei»? ¿Cuál es el espíritu real de la norma constitucional que consagra el sistema del «balotaje presidencial» en varios países latinoamericanos? ¿No será servir de instrumento de las élites que pretenden detentar y perpetuarse en el poder mediante el empleo de alianzas politiqueras/ pandilleras y el vasto uso del dinero, los medios “canallas” y otras prevaricaciones contra los candidatos progresistas?

Todo esto fue adoptado por las oligarquías latinoamericanas después del histórico triunfo del gran Salvador Allende en las elecciones de Chile en 1970, cuando obtuvo el 36.63 por ciento de los votos y su coalición Unidad Popular derrotó a los derechistas Jorge Alessandri y Radomiro Tomic, quienes recibieron respectivamente el 35.29 y 28.08 por ciento. Las rancias camarillas del poder capitalista en América Latina decidieron que eso no podría volver a ocurrir, y lo implementaron tomando prestado el concepto del “balotaje”.

Su uso durante un tiempo fue efectivo, afectando la posibilidad de elección de los candidatos populares, pero últimamente ha perdido poder, con el incremento de la conciencia social de los pueblos y de la unidad de los movimientos progresistas se está convirtiendo el balotaje en otra de las “armas melladas del capitalismo”. No pudieron derrotar a Gabriel Boric en Chile, quien aplastó al pinochetista de “casta” José A. Kast, hijo de un miembro del partido nazi. Tampoco el balotaje sirvió de nada a la oligarquía para evitar la gran victoria de Gustavo Petro – Francia Márquez en Colombia.

En las elecciones de Brasil cuya primera vuelta es el 2 de octubre, el balotaje no va a poder parar a esa fuerza de la naturaleza que es Lula si este no noquea en esa misma primera vuelta a su contrincante, el actual presidente fascista Jair Bolsonaro -quien tiene una semejanza ideológica inconfundible con dos ex–presidentes, el colombiano Álvaro Uribe y el estadounidense Donald Trump.

Los riesgos de la segunda vuelta

Pero quiero expresar algunos graves peligros que pueden ocurrir si se va a una nueva votación el 30 de octubre.

• La posibilidad de un golpe militar o militar- fascismo civil, que aunque luce no muy probable hoy, puede estar en el candelero con diferentes variantes, si se tiene que ir a una segunda vuelta. Una de esas variantes es un enorme desorden en las principales ciudades que “obligue a intervenir” a los militares para “mantener el orden”

• Compra de votos y “favores” a líderes locales. Muy extendida práctica en comunidades rurales, donde los “jefes” comunales reciben obsequios (que van desde dinero hasta una lavadora para la esposa o una moto para un hijo) para influir o a veces forzar a los habitantes de su entorno a votar por un candidato. La compra de votos es a veces directa, afuera de los precintos electorales, a gente necesitada.

• Intimidación y cualquier tipo de otros obstáculos para que la gente no pueda ir a depositar su voto. En muchas regiones rurales de Brasil, viajar por los caminos locales es una aventura, con cualquier cantidad de incidentes contra la vida y la dignidad de las personas. Un método, es hacer circular la voz de “no vayan a votar a tal o más cual precinto”, los que lo hagan “sufrirán las consecuencias”. Además, los dueños de los medios de transporte también son intimidados para no ponerlos a funcionar el 30 de octubre.

• Uso masivo de noticias falsas y parcialidad contra la izquierda. En el caso de Colombia ya vimos que las informaciones sobre la segunda vuelta expresadas en 99 periódicos y revistas colombianas, de las cuales 72 se mostraban activamente contra Petro, 24 tenían cierta predilección por su contrincante y tres trataban de aparecer como “objetivas”. Ninguna publicación de la prensa plana apoyaba a Petro de manera abierta. Lo mismo (también con las estaciones de radio y televisión) ocurriría ahora en una segunda vuelta en Brasil. Noticias falsas con temas como “Lula va a tratar de gobernar de forma vitalicia”, “se prevén grandes cambios económicos perjudiciales y nuevos impuestos”, etc. Pero más frecuentes que noticias falsas serán las informaciones desfiguradas de todo tipo, quizás el 90 por ciento de ellas contra Lula. Son comunes las “encuestas” en que no queda claro la fuente de las mismas (muy común de la radio) siempre apoyando a Bolsonaro.

• También están las que en Cuba conocemos como las “bolas”, como que “se ha visto movimiento en las brigadas o batallones del ejército, que están listos a dar un golpe de estado” o “el país se va a hundir en una guerra civil” si Lula gana, “que hay fuerzas paramilitares pro- Bolsonaro listas para tomar las poblaciones”. Junto a los ya consabidos epítetos de “comunistas”, “ateos”, “asalariados de Rusia y China” y otras sandeces. Para el fascismo, como en la antigua y nunca olvidada tele- novela “Vale Tudo”, los escrúpulos y la verdad sobran, son un lujo.

Bolsonaro modifica su discurso, pasa de pendenciero a llorón, ante su inminente derrota electoral.

El mundo de las encuestas

La reciente encuesta que le otorgó al expresidente y candidato opositor Luiz Inácio Lula da Silva 15 puntos de ventaja frente a Jair Bolsonaro obligó al jefe del Estado a reducir su tono de confrontación e insultos (diciéndole a Lula borrachín, ex presidiario, entre otras lindezas) y afirmar que si pierde su reelección el 2 de octubre dejará la política.

La encuesta del instituto IPEC para la TV Globo representó un baño de agua helada para la campaña del mandatario. El senador Flavio Bolsonaro, hijo del presidente, afirmó que la candidatura de su padre está sufriendo por la falta de donaciones, lo cual le impide expandir los actos por varias regiones de Brasil.

El supuesto cambio de actitud del excapitán de ultraderecha se vio al final de una entrevista con «streamers» evangelistas, la mayoría de los cuales son pro-Bolsonaro. Allí, el presidente fascista no puso en duda el sistema electoral, como había hecho antes, y dijo que, si pierde, pasará la banda al vencedor. Lo hizo junto a un “arrepentimiento” por burlarse de las víctimas de Covid-19.

El ex capitán devenido presidente, de 67 años de edad, dijo que no se siente «un salvador de la patria» luego de que TV Globo divulgara que Lula tiene posibilidades reales de vencer en primera vuelta. «Si esa es la voluntad de Dios seguiré, pero si no es, pasaré la banda presidencial y me retiraré, porque no tengo más nada para hacer en la Tierra si termina mi paso por la política el 31 de diciembre «, dijo al canal evangelista Collab.

El mandatario también mostró arrepentimiento de sus declaraciones polémicas durante la pandemia, cuando dijo que no era «sepulturero» para ocuparse del tema o de la negociación para adquirir vacunas, y Brasil, séptimo en población a nivel mundial, fuera el segundo país con más muertes por Covid después de EE.UU. «Me sobrepasé. Perdí la línea, en eso me arrepiento. La cuestión del sepulturero la quitaría», dijo, para añadir que su frase de que quien recibiera la vacuna contra la Covid-19 se convertiría en un yacaré (un tipo de caimán) fue “una figura del lenguaje». También se arrepintió por haber dicho que, después de cuatro varones, la llegada de su hija Laura «fue producto de un momento de debilidad de su hombría». Todo ello lo dice para presentarse como alguien que se confiesa ante un sacerdote, siendo en este caso el pueblo brasileño en lugar del “sacerdote”. A muy poca gente engaña con esa tardía compunción y caricatura de penitencia.

Las cifras no engañan, o casi no engañan

Estas nuevas declaraciones ocurrieron luego de que la cadena Globo divulgara que Lula avanzó de 44 a 46 por ciento en dos semanas, mientras que Bolsonaro se mantuvo en 31, pero en otras encuestas llega al 35 por ciento. Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, cayó de ocho a siete por ciento, mientras que la senadora Simone Tebet, del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB) del expresidente Michel Temer se mantuvo con cuatro por ciento. En blanco y anulados suman seis por ciento y al No responde el cuatro por ciento.

Contando sólo los votos válidos (sin blancos ni anulados que se estiman entre siete y ocho por ciento del total) que son los que cuentan en Brasil, Lula vencería con cerca del 51 por ciento, aunque el margen de error es de dos puntos, según la encuesta IPEC, contra 35 por ciento de Bolsonaro, ocho por ciento de Gomes y cuatro por ciento de Tebet.

Otras encuestas le dan a Lula de ocho a 15 por ciento de ventaja. Es casi imposible decir hoy si ganaría o no en la primera vuelta de este domingo. Pero tiene posibilidades muy reales. El ex mandatario apuntó a buscar el voto útil, tanto entre quienes apoyan a Gomes y a Tebet como en los que optan por la abstención.

«La alta abstención histórica es un problema serio y es importante hablar con esas personas», afirmó Lula. En 2018, cuando ganó Bolsonaro, la abstención fue del 21 por ciento, es decir, 31 millones de votantes. Muchas personalidades, están pidiendo un «voto útil» para derrotar a Bolsonaro en primera vuelta.

La acción ante los indecisos

Lula pidió a la militancia manifestarse para convencer a quien no va a votar de que lo haga.

«Hay que decirles que si votan tendrán más autoridad para quejarse, para reclamarle a su diputado, a su gobernador o a su presidente», afirmó.

En Brasil, para vencer en primera vuelta un candidato debe obtener más del 50 por ciento de los votos. Con una masa de votantes de 148 millones de personas, Lula necesita unos tres millones de votos más (un extra del 2 por ciento) para materializar con completa seguridad un triunfo el domingo 2 de octubre.

Es to se puede conseguir aumentando la asistencia a las urnas y haciendo alianzas con sectores centro- izquierdistas del PDT (laboristas) de Ciro Gómes, quienes de todas maneras apoyarían a Lula en una eventual segunda vuelta. Es eso, como describimos arriba, lo que Lula y su coalición están haciendo en la práctica.

El 12 de septiembre ya obtuvo el apoyo de su exministra de Medio Ambiente Marina Silva, quien había abandonado el PT en 2009 y salió tercera en las elecciones presidenciales de 2010 y 2014, con la cual reivindicó la protección de los pueblos originarios y sus tierras. Bolsonaro atacó esa alianza al afirmar que si no se eliminan territorios indígenas «el agronegocio está condenado a morir», al fustigar la agenda medioambiental de su oponente.

Con la mirada enfocada hacia el cercano sufragio, Lula cumple desde hace meses un recorrido por varias regiones de Brasil, convencido de que objetivos comunes pueden forjar frentes políticos efectivos en un Brasil que vive una violencia y un odio político sin precedentes en la historia democrática moderna.

«Nunca he visto una violencia como se está viviendo en esta campaña, el odio que se ha establecido en esta elección…», afirmó durante una conferencia de prensa en el estado de Minas Gerais, el segundo distrito electoral del país después de San Pablo y clave para sus planes de resolver la elección en la primera vuelta, sin necesidad de balotaje, el 2 de octubre.

Aseguró que «los paramilitares bolsonaristas son intolerantes, no les gusta la democracia, no respetan a las mujeres, a los negros, a los indígenas, ellos saben que van a perder la elección y se va a cortar esto de ocupar ilegalmente la Amazonía para deforestar y buscar recursos minerales ilegalmente».

En ese gran estado de Minas Gerais, Lula debe enfrentar una durísima lucha con los seguidores de Bolsonaro- poderosos allí- y sobre todo sobrepasar el reto del abstencionismo local. Lo mismo sucederá en otros estados de forma diferente ¡cada voto cuenta!

La situación está tan llena de riesgos como de oportunidades. Un hecho completamente decisivo seria si el exministro Ciro Gomes desiste de su candidatura y aporta su actual 7-8 por ciento a la causa del pueblo brasileño. Si eso ocurriese, entonces la victoria de Lula en la primera vuelta es indetenible.

Si no obtiene el 50 por ciento más uno de los sufragios válidos, se irá al balotaje, que Lula ganaría de una forma bastante segura y suficientemente amplia para que sea incuestionable.

Pero entre el 2 y el 30 de octubre pueden ocurrir eventos que no tienen que ver nada con las elecciones o con la ley, y que pudieran complicar gravemente el ejercicio democrático en Brasil

Como se dijera en Baraguá en 1878, durante la guerra de los cubanos por la independencia, pero aplicado al Brasil de hoy: “El domingo 2 de octubre se rompe el corojo”.

La disyuntiva es: ¡LULA SI, FASCISMO NO! rmh/jro

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