El portavoz de la Presidencia, Nabil Abu Rudeina, denunció los nuevos ataques contra las aldeas de Hawara, Beita y Surra, en la norteña gobernación de Nablus, que provocaron decenas de heridos.
Las fuerzas de seguridad israelíes y los colonos extremistas están librando una guerra diaria contra ciudades, pueblos y campamentos de refugiados palestinos, alertó.
Rudeina responsabilizó a Tel Aviv por las consecuencias de tales actos y reclamó a la comunidad internacional actuar contra el vecino país.
En un informe presentado en enero último, el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados (B’Tselem) alertó que la violencia de los colonos es otro método utilizado por la vecina nación para controlar la tierra en la margen occidental.
Ellos ejecutan una variedad de actos que incluyen agresiones físicas, lanzamiento de piedras, amenazas y hostigamiento, daños a árboles y cultivos, vandalismo de automóviles, bloqueo de carreteras e incluso disparos de munición real, cuestionó B’Tselem.
Según cifras oficiales, unos 490 mil colonos israelíes viven a lo largo y ancho de Cisjordania y otros 200 mil en Jerusalén Este, zona ocupada desde la guerra de 1967.
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