Por Luis Manuel Arce
Corresponsal jefe de Prensa Latina en México
Su nombre es Julio César Macías López, por el cual casi nadie conoce al fundador de una de las cuatro guerrillas que lucharon hasta 1996 contra las dictaduras cívico-militares de Guatemala, impuestas por el gobierno de Estados Unidos y comandadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
César Montes, su nombre de guerra y por el que se le conoce en muchas partes del planeta, al final de la contienda en la que se impusieron los enemigos del pueblo y fue firmada una falsa paz, salió de la clandestinidad, pasó a la vida política activa y su liderato se hizo sentir en defensa de mineros, campesinos e indígenas, en el municipio El Estor, del departamento de Izabal.
Ya para entonces, los precios internacionales del níquel hicieron irrentables las minas, y sus dueños, al igual que terratenientes del banano y algodón, liquidaron esas plantaciones.
Las reemplazaron por la perjudicial palma africana que envenenó las entonces fértiles tierras para producir un aceite comestible dañino a la salud, cuyo consumo está prohibido en la mayor parte de Europa y muchos países de otros continentes.
Los nuevos caciques dejaron sin tierras no solamente a pequeños productores agropecuarios, al adicionarlas a grandes latifundios ahora colmados de palmas, sino prácticamente sacaron de su hábitat a los pueblos originarios y liquidaron sus tradiciones, al igual que los colonialistas españoles cuando impusieron su cultura y credos durante la conquista.
El Estor, localizado a 121 kilómetros de la ciudad de Puerto Barrios y a 319 de la Ciudad de Guatemala en la región nororiente de la República, se convirtió en un municipio rebelde dentro de los parámetros legales de la supuesta “democracia” de gobiernos también presuntamente civiles.
Las luchas por la reconquista de las tierras usurpadas y contra las plantaciones palmeras que acabaron con el banano, el algodón, los pastos para la ganadería y otros muchos productos agropecuarios, se mantuvieron, aunque el perfil bajó por la fuerte represión, pero mantuvieron los grupos de autodefensa.
En ese contexto, y durante uno de los casi permanentes episodios de violencia generalmente protagonizados por uniformados, ocurrió uno en el cual César Montes no estuvo involucrado, y lo declararon principal responsable para justificar una obstinada persecución bajo amenazas de muerte.
EN MÉXICO
No le quedó otra alternativa que buscar formas de cruzar la frontera a México como cualquier migrante y acogerse el refugio tradicional que da este país a personas honestas y en peligro de perder la vida.
Fue aquí en México donde lo conocí en una reunión de amigos, y allí supe de sus peripecias en Vietnam, tema con el cual nos identificamos inmediatamente por mi condición de excorresponsal de guerra en aquel país casi desde el principio del conflicto hasta su final, el 30 de abril de 1975.
Me dijo que la paz lograda en 1996 nunca fue tal porque la represión continuó bajo otras formas, y eso explica también que él no cesara en su lucha social en defensa de campesinos, indígenas y mineros desplazados.
Un tribunal espurio lo condenó a 175 años de cárcel por el supuesto ajusticiamiento en 2019 de tres militares del cuerpo represor en una comunidad indígena, sin que se presentaran pruebas concluyentes contra él y ocho personas más de la aldea Semuy II.
El hecho ocurrió bajo el gobierno del entonces presidente Jimmy Morales (2016-2020), quien decretó estado de sitio en el noreste de Guatemala y lo señaló como responsable del hecho, lo cual lo obligó a refugiarse en México para evadir su asesinato.
Antes de su captura por la Interpol el 10 de octubre de 2020 en México y extraditado ese mismo día a Guatemala, César Montes mantuvo su negación de estar involucrado en los crímenes que se le atribuían y demostrarlo, en particular porque ni siquiera estuvo en el lugar de los hechos, pero su sentencia ya estaba prestablecida.
Desde la prisión, el comandante guerrillero escribió un libro en el que denuncia la cruda realidad guatemalteca, que no varió casi nada en más de 60 años, título publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) de México, que dirige Paco Ignacio Taibo II, y circula en Guatemala, a pesar de la oposición del oficialismo.
UNA CAMPAÑA, UN LLAMADO
Taibo II dijo, durante la presentación en México, que “este libro es un claro, evidente, transparente y voluntario llamado para que dejen ya libre a César Montes. Entonces, éste no sólo es un libro, es una campaña, un llamado”.
Y prosiguió: “Su distribución en Guatemala es muy importante. Gran parte de la edición llegó por múltiples caminos para que estuviera en todo ese país, porque era muy importante que se leyera allá, pero también en México y toda América Latina”.
Recordó cómo hace muchos años conoció a César Montes y se enteró de primera mano de su “historia tan vertiginosa y loca”, desde que estudió derecho y medicina hasta su participación en el movimiento de 1968 después de su aparente muerte, y cómo terminó en París, en mayo de ese mismo año.
También se refirió a la manera en que fue a dar a Vietnam, donde resultó el único comandante guerrillero latinoamericano que combatió allí. “Es una historia que también tiene capítulos en las revoluciones sandinista y salvadoreña”.
Fue “uno de los hombres que hicieron la segunda oleada revolucionaria latinoamericana y estuvo en todos lados”, apuntó Taibo.
“Yo sabía que estaba en pleno proceso de asilo político, por tanto la deportación había sido ilegal, pero además hay una nebulosa historia respecto de que su padre era mexicano o incluso que él mismo lo era. Protestamos enérgicamente contra las autoridades mexicanas que lo permitieron y la disculpa fue que había llegado la orden de la Interpol con otro nombre”, precisó.
En cuanto al mensaje de video grabado de César Montes desde el penal donde se encuentra recluido en Guatemala “como preso político”, según afirmó, agradeció a los cientos de voces que desde hace dos años se alzan para exigir su libertad.
Aclaró que ahora está en “una cárcel modelo”, una excepción en ese país, luego de que en varios centros de seguridad ocurrieron masacres, y no descontó que se esté preparando una para poder atentar en su contra.
“Mientras, sigo la lucha porque aquí los pobres son más y crecen en número, mientras los ricos lo son cada vez más; o sea, insultantemente ricos. Sigo combativo y orgulloso de mis raíces mexicanas y de una vida entera al servicio de los pobres de Centroamérica. Sobreviviré y seguiré luchando”, señaló.
DIARIO DE PRISIÓN
Sobre “Más allá de las rejas”, publicado en la colección Popular del FCE, Francisco Pérez Arce, gerente editorial de ese sello, describió que se trata de una obra de gran calidad literaria en la que el autor comparte a manera de diario su primer año en prisión.
Comentó que “es una obra literariamente muy valiosa; no sólo relata de manera maravillosa día tras día el año que lleva preso, sino también contiene la historia de Guatemala y de América Latina”.
“Entendemos por qué está en la cárcel. No sólo porque fue un comandante guerrillero durante 36 años y después se convirtió en promotor de la paz y de la organización productiva de las comunidades indígenas, sino también incluso de antes, de por qué Guatemala llegó a esa situación”, indicó.
Tabío y Pérez Arce recomiendan la lectura del libro. El deber de todo hombre y mujer honestos es intentar lograr la libertad de César Montes, un genuino patriota guatemalteco de grandes sentimientos humanos.
arb/lma
