Un hombre armado abrió fuego dentro del recinto y cercenó todo a su paso. Las consecuencias no pudieron ser más terribles: cinco muertos, más de 18 heridos.
Aún se desconocen las causas del ataque, pero trajo a la memoria la matanza de 2016 en el club nocturno Pulse de Orlando (Florida), en la que perdieron la vida 49 personas y otras 53 resultaron heridas.
La fecha de este reciente crimen, víspera del Día de la Memoria Transgénero (20 de noviembre), parece que fue elegida intencionalmente, en un año en el que la retórica contra los homosexuales se intensificó entre los extremistas del país.
Y ocurrió en un estado que experimentó varios asesinatos masivos notorios: recordemos la escuela secundaria Columbine (1999), o lo sucedido en un supermercado de Boulder en 2021.
El alcalde de Colorado Springs, John Soothers, calificó el evento de tragedia; mientras que el presidente de Estados Unidos, JoeBiden, dijo que los ciudadanos de su país “no pueden ni deben tolerar el odio”.
Sin embargo, en los últimos tiempos la maquinaria de política y propaganda ultraconservadora amplifica y repite el discurso del odio homofóbico.
La misma representante de Colorado en la Cámara, la congresista republicana Lauren Boebert, quien ofreció sus “oraciones” por las víctimas, ha pasado años vilipendiando a las personas de la comunidad Lgbtiq+, y su retórica antigay y antitrans ha sido un pilar de su carrera política.
A Boebert la secunda el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien impulsó su proyecto de ley “No digas gay”, que prohíbe mencionar la identidad de género en las escuelas.
Este tiroteo en el Club Q hace más evidente los efectos devastadores que tiene el bombardeo constante de odio para las minorías o para los sectores sexualmente diversos.
Los proyectos de ley antitrans y antigay encuentran una fuerte resistencia en las agendas de las legislaturas estatales de Estados Unidos, donde demasiados políticos y predicadores transfóbicos, homófobos, racistas e islamófobos tienen muchas plataformas para difundir y legitimar su odio.
Mientras sea así, la violencia contra la diversidad sexual será un mal difícil de exterminar.
(Tomado del Semanario Orbe)