Por Jhonah Díaz González, Enviado especial
El peso de la historia cuenta y las palabras valen, pero este deporte exhibe su ángulo menos obcecado en la cancha, a través de los hechos que confirman la realidad sin otras mediaciones que el juego en su esencia más pura.
Thomas Müller, estrella del equipo teutón, llegó pronosticar una goleada por 8-0 sobre Costa Rica, y la onda expansiva de su frase colmó de coraje a un combinado centroamericano agraviado desde el 0-7 que sufrió ante España. El desenlace casi no pudo ser peor.
Aunque Alemania venció a los ticos (4-2), el resultado no alcanzó para seguir en la liza, y Müller, a sus 33 años, estuvo más perdido que un náufrago en el océano, al punto de declarar: Es una catástrofe absoluta. Este fue mi último partido.
El atacante del Bayern Múnich, uno de los grandes goleadores en Copas Mundiales, dijo adiós de forma prematura a la competencia y terminó despidiéndose de la hinchada y los colores del combinado nacional, todo ello luego de minimizar a un contrario en un juego de 11 contra 11 donde no siempre ganan los alemanes.
Así, los cuatro veces reyes del orbe dejaron nuevamente más dudas que certezas, pues luego de levantar el trofeo en Brasil 2014 suman dos despedidas consecutivas a las primeras de cambio, mientras su técnico Hansi Flick seguirá en el puesto –por ahora- sin Müller, uno de sus favoritos.
Y al comienzo del torneo de marras, varios se preguntaban: ¿será Qatar 2022 el escenario que marcará un giro de 180 grados para la generación dorada de Bélgica? La interrogante adquiría matices quijotescos cuando alguien apostaba por un campeón inédito.
Empero, los “Diablos Rojos” fueron la gran decepción de la llave F, un volcán en erupción con tensiones en el vestuario, egocentrismo de sus figuras y nula propuesta futbolística.
Pasaron del día a la noche, de semifinalista hace cuatro años a decir adiós de forma prematura. Fiasco total para una generación que incluye a futbolistas top como Thibaut Courtois, Eden Hazard, Kevin de Bruyne, Romelo Lukaku, Yannick Carrasco, Axel Witsel, Thomas Meunier, entre otros.
“Este fue mi último partido. Es muy emocionante… No puedo seguir. Me despedí de los jugadores y del personal. Incluso si nos hubiéramos convertido en campeones del mundo tenía pensado irme. Tomé esa decisión justo antes del Mundial”, dijo Roberto Martínez, convertido ya en ex entrenador de los europeos.
“Este no es el final de una generación dorada. Hay tipos como Tielemans, Onana, Doku… La generación dorada trae la próxima generación. Y no se trata solo de los nombres en el campo”, agregó en medio de la tristeza que genera el fracaso.
Así, Alemania y Bélgica, favoritos de no pocos, hacen las maletas para abandonar el Medio Oriente, tras un Mundial repleto de sorpresas en el orden deportivo, que no debería dejar indiferente a nadie: esto es fútbol, una disciplina inverosímil cuyo poder se demuestra en el césped.
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