«Hoy recibí con satisfacción una carta del presidente Xi Jinping, reforzando los saludos por el resultado electoral», escribió Lula en la red social Twitter.
También, rasgueó, por «la amistad y asociación estratégica global entre nuestros países y la visión a largo plazo de las relaciones entre Brasil y China».
Además de las relaciones diplomáticas y las posiciones en el escenario geopolítico, China es el principal socio comercial del gigante suramericano.
Desde el inicio de su mandato en enero de 2019, el derrotado gobernante de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro y sus partidarios adoptaron una conducta antiChina, pero declaraciones controvertidas, que causaron malestar, ganaron más fuerza durante la pandemia de Covid-19.
En abril de 2021, el presidente del Frente Parlamentario Brasil-China, Fausto Pinato, calificó de irresponsable la declaración del ministro de Economía, Paulo Guedes, quien atribuyó al país asiático la fabricación del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.
«Guedes se vistió con el traje de Bolsonaro y rasga su biografía para mantenerse en el cargo», declaró Pinato.
Alertó en la ocasión que tal funesta declaración dificulta la relación con el mayor socio comercial de Brasil y amenaza la importación de insumos para las vacunas contra la Covid-19.
«Es una catástrofe. Nos hemos convertido en un manicomio», añadió el líder del frente formado por unos 270 diputados y senadores.
En su evaluación, Brasil humilla a China desde el inicio del gobierno de Bolsonaro, comportamiento que, según él, perjudica a la agroindustria nacional.
De acuerdo con el legislador, el ministro, al provocar a China, intentó crear una cortina de humo para ahogar a la Comisión Parlamentaria de Investigación que indagó sobre las negligencias del Poder Ejecutivo ante la Covid-19 y enmascarar su fracaso frente al equipo económico.
Para Pinato, «realmente solo Dios puede proteger a Brasil de esta banda de irresponsables inconsecuentes».
Lula derrotó en la segunda vuelta de sufragio del 30 de octubre al exmilitar, quien ante el fiasco en urnas decidió encerrarse en el Palacio de la Alvorada (residencia oficial) y asumir el silencio. Está previsto que entregue la banda presidencial el 1 de enero.
lam/ocs
