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Kenya entre la espada y la pared: extermina aves o pasa hambre

Nairobi, 28 ene (Prensa Latina) Kenya, el país de mayor desarrollo industrial del oriente africano, encara un dilema esencial: o elimina seis millones de aves de la especie quelea o pierde millones de toneladas de arroz.

Por Moisés Saab Lorenzo

Redacción de África y Medio Oriente

La pequeñez de las queleas es engañosa pues, para comenzar, su número en el mundo alcanza los mil 500 millones de individuos, lo que las hace la más abundante del planeta, con excepción de las domésticas, y reside en Asia, la península arábiga, la India, el sureste asiático, China e Indonesia.

El problema radica en que la variante de África subsahariana es voraz y está consumiendo miles de toneladas de arroz, solo en el condado de Kisumu oeste del país, donde ese cereal, junto a la mandioca, es infaltable en todas las mesas, en especial las más pobres.

Pero, como en todas las familias, siempre hay un miembro con aristas más apacibles y, en el caso de las queleas, son las tejedoras, que dividen su tiempo entre la alimentación, y la construcción de nidos para enamorar a sus eventuales parejas, lo que les deja menos tiempo para arrasar cosechas.

A los campesinos de Kisumu les tocó la variante de cola roja, carente de hábitos constructivos y, para colmo de males, experimenta una explosión demográfica, la cual llevó su número hasta los seis millones de ambos sexos y, por ende, una progresión geométrica del consumo de alimentos.

La pequeñez de los individuos de la especie es engañosa, pues apenas miden 12,5 centímetros de largo con un peso que oscila de 15 a 20 gramos, dimensiones incompatibles con la cantidad de arroz que ingiere.

Según estadísticas del Ministerio keniano de Agricultura, solo en la zona de Kano de una cosecha estimada en cinco millones de toneladas métricas de arroz, las aves consumieron tres cuartas partes, unos tres millones, suficientes para alimentar a miles de personas durante meses.

La demanda de medidas urgentes fue secundada por el presidente del sistema de irrigación de Kano Occidental, Jared Odoyo, quien admitió que los campesinos están cargados de deudas y enfrentan una situación crítica pues “solicitaron a los bancos préstamos que ahora no pueden pagar”.

El problema de los campesinos kenianos trae a la memoria un acontecimiento similar ocurrido hace décadas en China, donde también el arroz, el principal alimento de la población, pero en aquella ocasión con los gorriones.

Los cultivadores del cereal determinaron que las bandadas de esas aves asolaban las siembras y consumían arroz suficiente para alimentar a la población y tener un excedente para almacenar en previsión de malas cosechas, cuya ocurrencia es omnipresente por imponderables climáticos o de otro orden, siempre acechantes.

En fin, que los campesinos y los gorriones entraron en guerra total, con el aliciente para los primeros de una suma de dinero por cada enemigo que liquidaran, con entrega a la presentación del cadáver.

A juzgar por los acontecimientos ulteriores los campesinos chinos además de buena puntería tenían abundantes piedras y en pocas semanas los gorriones estaban al borde la extinción sin que alguien se ocupara de incluirlos en la lista de especies en peligro, sino todo lo contrario.

Sin embargo, el suspiro de satisfacción duró poco porque en un corto tiempo en los campos de arroz proliferó otro enemigo tanto o más perjudicial que las pequeñas aves: las plagas de las cosechas.

El odio chino contra los gorriones alcanzó niveles de fobia, nubló la visión perspectiva y pasó por alto que, junto a los granos, las aves, también, al parecer como complemento proteico, se comían las plagas, factor de equilibrio entre pérdidas y ganancias.

Resultado: una hambruna feroz cuyos estragos obligaron a adoptar una decisión razonable, a saber, dejar en paz a las aves y permitir a la naturaleza en su sabiduría de milenios, retomar su curso y a los los gorriones volver a comer arroz con parásitos agrícolas.

En el caso keniano los campesinos son intransigentes: las queleas deben morir.

El gobierno decidió escucharlos y anunció la implementación inmediata de un programa de eliminación masiva de las aves con la aspersión de un producto especial de efectividad garantizada.

En resumen, todos los indicios apuntan a una pronta desaparición de las queleas de cola roja de los cielos de Kenya en la esperanza de un florecimiento de sus campos de arroz, con el uso masivo de pesticidas mediante porque las plagas acechan, como enseña la experiencia.

ycv/msl

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