Mientras el Gobierno y el Congreso bajo control de fuerzas afines, buscaba una fórmula de adelanto electoral que ayudaría a distender la situación, la larga columna de pobladores los extramuros de la urbe avanzaba bajo el sol con banderas y cantos al viento, reclamando la renuncia de la presidenta Dina Boluarte.
Cerca del anochecer, los marchistas, pobladores de ese lado de Lima junto a los llegados de regiones andinas a protestar contra el Gobierno el 19 de enero, llegaron al centro histórico de la ciudad, algunos grupos danzando como en sus pueblos.
Mientras tanto, en la céntrica Plaza Dos de Mayo se congregaban partidos, colectivos y organizaciones de otros barrios, para engrosar la manifestación, en el Congreso se postergaba hasta mañana una sesión convocada para un nuevo intento de consenso para la fecha de los comicios adelantados.
Análisis optimistas cifran las esperanzas de distensión en el adelanto electoral, pero el consenso solo avanzó hasta que el pleno parlamentario aprobó a duras penas los 66 votos necesarios para reconsiderar la votación que ayer rechazó el proyecto de realizar este año los comicios presidencial y legislativo.
La sesión tenía como acicate además una especia de ultimátum de la presidenta Boluarte, de que ella enviaría proyectos para hacer efectivo el adelanto, pero finalmente fue suspendida para mañana.
La fuerza más importante de izquierda, el Partido Perú Libre, votó en contra porque el proyecto, presentado por el partido neoliberal Fuerza Popular, no incluye su exigencia, compartida por las protestas, de un referendo sobre la pertinencia de una asamblea constituyente.
El primer ministro, Alberto Otárola, descartó de plano que los proyectos de la presidenta incluyan el tema de la constituyente y sostuvo durante el día reuniones a puerta cerrada con bancadas parlamentarias, principalmente de derecha, que parecían satisfechas con las conversaciones.
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