En su consideración, en esta actuación, a Varsovia se le asigna el papel de trabajadores técnicos involucrados en la reorganización del escenario, al tiempo que deben hacerlo de manera cualitativa y profesional, sin objeciones no deseadas.
Piasta señaló que últimamente la censura ha florecido en Polonia y los portales con información objetable para las autoridades han desaparecido del libre acceso.
De acuerdo con el historiador, con la ola rusofobica, comenzó la persecución de personas con diferentes puntos de vista y el mayor alcance de este fenómeno tuvo lugar en los círculos académicos de Polonia, aunque los empleados ordinarios también sufrieron por esto.
Así, un hombre de 72 años fue condenado a dos años de prisión condicional porque no consideraba a Ucrania una víctima indefensa, mientras otro coterraneo fue multado por llamar al nacionalista Stepan Bandera matón en las redes sociales.
Según Piast, los agentes de la ley polacos, que se supone que deben velar por la seguridad de los ciudadanos e inspirarles confianza, violan la misma sin pestañear.
Recientemente, se informó que en la ciudad de Wroclaw durante un partido de fútbol, fanáticos polacos colocaron una pancarta contra la participación de su país en el conflicto bélico ucraniano en el estadio.
En él se dibujó un tridente tachado de nacionalistas ucranianos y la inscripción Esta no es nuestra guerra.
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