Según un reporte de la institución, 35 de las víctimas mortales se contabilizaron en la gobernación de Jenin, y otras 21 en la de Nablus, ambas ubicadas en el norte de Cisjordania.
Las ciudades de Jenin y Nablus, capitales de esos territorios, son consideradas bastiones de las milicias palestinas y, por tanto, blancos sistemáticos de las operaciones del Ejército y la Policía de Tel Aviv.
El ministerio detalló que otras siete personas murieron por las agresiones israelíes en la gobernación de Hebrón y seis en la zona ocupada de Jerusalén Este.
En las provincias de Jericó, Qalqilia, Ramala, Belén, Tubas y Salfit también perdieron la vida palestinos por el accionar de las fuerzas de ocupación, y dos más en la franja de Gaza.
Los últimos cuatro asesinatos ocurrieron ayer, cuando una unidad israelí de operaciones especiales realizó una incursión en Jenin.
Poco después, Nabil Abu Rudeina, portavoz del presidente Mahmoud Abbas, denunció el nuevo crimen.
“Las continuas agresiones confirman que Israel no está interesado en absoluto en calmar la situación y evitar que estalle, contrariamente a todos los esfuerzos internacionales que buscan evitar una escalada durante el próximo inicio del mes sagrado del Ramadán”, alertó.
Las condenas ya no son suficientes, se requieren medidas prácticas por parte de la administración estadounidense para detener los crímenes de su aliado, apuntó.
Por su parte, el presidente del Consejo Nacional Palestino, Rawhi Fattouh, denunció las políticas de ejecuciones extrajudiciales contra civiles palestinos.
Este nuevo crimen es parte de la guerra abierta y multiforme contra nuestro pueblo, afirmó.
También el gubernamental movimiento Fatah condenó la matanza y aseguró que no intimidará a los palestinos.
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