Para garantizar ese fin, las representantes Rashida Tlaib, Ilhan Omar y Katie Porter, pidieron mediante una carta a la administración del presidente, Joe Biden, valorar la creación de una institución nacional que supervise y promueva el disfrute de las prerrogativas inherentes a cada persona.
«Estados Unidos debe ser un modelo a seguir para proteger los derechos humanos, y ese trabajo comienza aquí en casa», declaró Porter a propósito de la solicitud.
Otros firmantes de la misiva son los representantes demócratas James McGovern, Cori Bush, Jill Tokuda, Jamie Raskin, Ayanna Pressley y Eleanor Holmes Norton.
«La mejor manera de que Estados Unidos lidere en materia de derechos humanos es con el poder del ejemplo», refirió por su parte McGovern.
Al establecer una comisión presidencial para explorar la creación de un centro que vele por esto internamente, añadió, el presidente dará un paso importante y concreto para garantizar que cumplamos con los estándares que esperamos de otros países.
La carta pide al poder ejecutivo formar una comisión que estudie la creación de un Instituto Nacional de Derechos Humanos, y se suma a una coalición de 85 grupos, encabezada por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), que aboga por el mismo objetivo.
Esa organización, en diciembre pasado, pidió la creación de una entidad que ofrezca “un camino para alentar a las instituciones nacionales… a sumarse a los compromisos que nuestro gobierno ha asumido y a los que rutinariamente llamamos a otros países a adherirse».
Según planteó Jamil Dakwar, director de Derechos Humanos de la ACLU, aunque Estados Unidos constantamente alega apoyar la defensa de los derechos humanos y la democracia en el extranjero, a menudo no practica en casa lo que predica en el exterior, y descuida la conversión de sus propios dictados internacionales en políticas internas.
Durante demasiado tiempo, estimó, el país ha sido un caso atípico vergonzoso.
Agregó que la creación del organismo solicitado traería una estructura muy necesaria, y ayudaría a poner a Estados Unidos en línea con las normas internacionales sobre el tema, y en el camino del pleno cumplimiento de los tratados ratificados.
La segunda edición de la Cumbre para la Democracia, que se desarrolla actualmente en esta capital, reúne desde la víspera a líderes mundiales que son del agrado de Washington en formato virtual y presencial.
Entre sus temas principales se hallan los desafíos a la gobernanza responsable y transparente, los conflictos, el cambio climático y la transformación tecnológica.
Para algunos observadores políticos, no obstante, esos objetivos quedan relegados ante otros propósitos no manifiestos pero latentes en la cita, como provocar animadversión hacia Rusia y China.
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