El canciller estará aquí hasta mañana para reunirse con su homólogo anfitrión, Qin Gang, y ayer dijo que espera sostener conversaciones profundas, cándidas y conducentes al desarrollo estable y constructivo de los nexos bilaterales.
Sin embargo, habló de su intención de subrayar la posición de Tokio ante algunas cuestiones.
Esta visita ocurre en un contexto de discrepancias por el anunciado vertimiento al mar de las aguas tóxicas de Fukushima, los planes militares de Japón bajo el argumento de la supuesta amenaza china y el arresto aquí de un ciudadano, sospechoso de espionaje.
De hecho, es posible que ambos ministros aborden en su encuentro esos y otros temas de fricciones.
Al respecto, la Cancillería china hizo hincapié en la necesidad de que los dos Estados se lleven bien y reiteró la voluntad de ampliar la comunicación, incrementar la cooperación práctica e impulsar unos lazos a la medida de los tiempos actuales.
Desde finales de 2017 China y Japón avanzaron en el acercamiento con visitas recíprocas de sus cancilleres, la reanudación del diálogo intergubernamental sobre temas económicos y el establecimiento de un mecanismo entre sus ministerios de Defensa para coordinar decisiones sobre asuntos aéreo-marítimos.
En octubre de 2028 el fallecido primer ministro Shinzo Abe, estuvo aquí y selló así una serie de contactos bilaterales realizados con la perspectiva de pasar la página a las disputas territoriales y económicas que distanciaron a los dos vecinos en los últimos años.
Expertos valoraron entonces ese proceso de clave y coincidieron en que se trató de una oportunidad de oro para que las dos potencias más importantes de Asia Oriental limaran de una vez sus asperezas, pues así contribuyen a la prosperidad y estabilidad de la región.
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