Empero, todo pareció más enfocado en desviar la atención sobre el escándalo de corrupción que planea en torno a los azulgranas desde hace más de dos meses.
En el foco están los pagos millonarios al exvicepresidente del Comité Técnico de Arbitraje (CTA) de España José María Enriquez Negreira, por parte del Fútbol Club Barcelona.
Conspiración, campaña, oscuros manejos de dinero o prácticas financieras de dudosos objetivos, fueron las cuestiones que Laporta no se detuvo a explicar en su comparecencia ante los medios de prensa catalanes, sino más bien a extender su postura de víctima, como el conjunto.
La justicia decidirá o vendrán sanciones de la UEFA y la FIFA, nadie sabe el final del llamado Caso Negreira, pero lejos de ofrecer luz, el mandamás de los culés se atrincheró en la aseveración de que el Barça no es corrupto.
El escándalo, bautizado como Barçagate en España, se debate entre una crisis de credibilidad y la persistencia de Laporta en mostrar inocencia absoluta sin pruebas irrefutables.
Las ácidas críticas a Javier Tebas, presidente de LaLiga; y al titular del Real Madrid, Florentino Pérez, llevaron el asunto a un nivel que puede escalar en una guerra abierta entre las autoridades del balompié y los dos clubes más poderosos de España.
Aunque lanzó un manto amable a la UEFA, la realidad enseña que los comentarios de Alexsander Ceferin, presidente de la máxima organización futbolística europea, no auguran nada bueno.
“Es una de las situaciones más graves que yo haya visto en el fútbol (…) en lo que se refiere a la UEFA, no hay nada prescrito”, sentenció Ceferin, dejando abiertas las puertas a sanciones muy duras que pueden caerle al Barcelona, entre estas la suspensión por un lapso indeterminado de la Champions League.
El caso sigue siendo comparado con el de la Juventus de Turín, que debió renunciar a ingresos y títulos por manejos que a todas luces favorecieron su racha triunfadora en el Calcio italiano.
La animadversión entre Tebas y Laporta se ha exacerbado con cruce de sables muy afilados. La guerra es abierta y pocos se atreven a vaticinar un final, sin que alguno de los dos o ambos, salga maltrecho del conflicto.
Lo que es indiscutible y de momento nadie puede explicarlo, son los pagos millonarios (entre siete y 10 millones de euros) durante años a Negreira por servicios, algo que todos los demás clubes españoles califican, cuando menos, de sospechosos en cuanto al arbitraje.
mgt/ft