Al menos en el plano político, las ácidas disputas entre la izquierda, dominada por los socialistas (PSOE), y el bloque de Unidas Podemos (Izquierda Unida y Podemos) y los conservadores del Partido Popular (PP) y los ultraderechistas de Vox, dibujan un país fracturado.
A los éxitos destacados por el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y sus allegados durante su gestión, le han salido dos frentes que desestabilizaron la contienda.
La inclusión de miembros de ETA en las listas de EH Bildu, un aliado puntual de la izquierda, distorsionó el mensaje de Sánchez, lo mismo que las denuncias de compra de votos en algunas localidades, presuntamente por efectivos socialistas.
El jefe del Ejecutivo y las vicepresidentas primera Nadia Calviño, y segunda, Yolanda Díaz, han insistido en los logros económicos y sociales durante el mandatado de la actual administración, mientras el mandamás del PP, Alberto Núñez Feijóo, se aferra a la idea de “derogar el sanchismo”.
Por otra parte, se hizo ineludible para la clase política el tema del racismo, reiterado en el deporte, por los insultos al delantero brasileño Vinicius Junior, el pasado domingo en Valencia.
La condena es casi unánime, salvo comentarios en otra dirección del líder del ultraderechista partido Vox, Santiago Abascal, y el asunto reflotó también en un amplio contexto internacional, desde el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, hasta personalidades de Naciones Unidas.
De todas formas, la cita con las urnas es para muchos un termómetro de lo que pudiera ocurrir en las generales de noviembre próximo, si se da un cambio de ciclo de la izquierda, ahora en el poder (del PSOE y Unidas Podemos), al PP junto con Vox.
Tampoco hay que olvidar la irrupción de Yolanda Díaz con el movimiento Sumar, también en el ala izquierda, que pudiera convertirse en un elemento disruptivo en las elecciones generales.
Encuestas publicadas hasta ahora ofrecen datos contradictorios. Algunas dan a la izquierda consolidada en el país, otras auguran el alza de los conservadores, y no pocos señalan el ascenso de la ultraderecha.
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