Por la extensión de la oposición al viaje, muy pocos se aventuran a pronosticar el resultado, principalmente porque muchos legisladores han adelantado que la mandataria no debe salir del país, por lo que consideran fracasos en tres viajes al exterior realizados en menos de un año de gobierno.
La carencia de agendas trascendentes y de resultados de esos viajes han dejado en el Parlamento, la prensa y la percepción pública, la convicción de que Boluarte debe abstenerse de nuevas salidas del país.
Ministros y otras voces que llaman a aprobar la autorización, del primero al 4 de noviembre, argumentan que esta vez hay un contenido concreto, la Cumbre Inaugural de líderes de la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica (APEP), nuevo intento de Washington de crear un bloque tras más de un fracaso.
Al congresista Flavio Cruz, del partido izquierdista Perú Libre, el viaje, aún incluyendo una audiencia privada con el presidente Joseph Biden, carece de trascendencia “cuando hay ocupaciones aquí que deberían ser atendidas por la presidencia”, dijo.
Los graves problemas económicos, políticos y de inseguridad, fueron invocados por la legisladora progresista Ruth Luque para adelantar su voto en contra.
Los congresistas de derecha extrema Norma Yarrow, Jorge Montoya y César Cueto, que suelen votar a favor de autorizaciones de ingreso de tropas norteamericanos y son considerados amigos de Washington, también han adelantado que votarán contra el viaje.
Los analistas Óscar Vidarte y David Sulmont coincidieron en que el viaje es viable, pero señalan que la ciudadanía podría verlo como impertinente y el segundo apuntó que daría la impresión a la gente que la presidenta “está escapando de los problemas locales”.
El periodista César Campos escribió en el diario conservador Expreso que es explicable la reacción de protesta y molestia ante el nuevo viaje presidencial, pero además cuestiona posibles objetivos geopolíticos de la cita convocada por Washington.
Menciona que la reunión para la que Washington convoca es “el enésimo intento de Washington por alinear a su patio trasero en el ajedrez geopolítico que disputa con la República Popular China”, puesto de de manifiesto recientemente por un reclamo de Estados Unidos a Perú por la magnitud de las inversiones chinas aquí.
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