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Derechos humanos en Rusia y Occidente

Moscú (Prensa Latina) El pasado día 10 de diciembre se cumplieron 75 años de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU. Sobre este particular, los medios de comunicación han escrito ampliamente sobre el tema y su observancia en una amplia variedad de contextos: los logros, las violaciones, las vicisitudes históricas y sus vínculos con cada caso específico.

Dr. C. Leonid Savin*, colaborador de Prensa Latina

Dado que la imagen de Rusia en los últimos tiempos como nunca antes se ha demonizado deliberadamente, es necesario examinar más a fondo el tema de los derechos humanos en el país y, por supuesto, desmontar el paradigma neoliberal general de Occidente, desde el que se interpretan los derechos humanos de una manera sesgada.

En este sentido, es obvio que la comprensión de los derechos humanos en Rusia resulta similar a las interpretaciones que se hacen en otros países, donde se conservan las tradiciones y costumbres religiosas, independientemente de lo que se profese allí: cristianismo, Islam, budismo u otros cultos.

En tales culturas tradicionales, el derecho civil se combina con las tradiciones religiosas, que tienen su propio conjunto de reglas, incluidas varias restricciones y prohibiciones. Y esto no se considera una violación de los derechos y las libertades.

Mientras tanto, Occidente sigue la práctica de los derechos humanos que se desarrolló en la era del modernismo y la Revolución Francesa, y esta es, para la práctica rusa, una comprensión errónea de la libertad. Autores como John Stuart Mile, Jean-Jacques Rousseau, Adam Smith, Thomas Hobbes y varios otros han dado forma a una visión común de los derechos humanos y las libertades en la sociedad occidental.

Al propio tiempo, la tendencia hacia la “liberación” y la “emancipación” ha sido claramente notable: si en el siglo XVIII, durante la época de la Revolución Francesa, se priorizó la necesidad de liberarse de la monarquía y de la iglesia, más tarde, a estas instituciones se fueron sumando otras gradualmente.

La eliminación de las restricciones, y la destrucción de las instituciones tradicionales, han llevado claramente a la destrucción de importantes bases que han sido difíciles e incluso prácticamente imposibles de recrear en otras, incluso, si se entienden sus consecuencias negativas para la sociedad y el Estado.

A lo que esto ha llegado en el siglo XXI se puede apreciar claramente en el ejemplo de los países de la UE y los Estados Unidos: donde se rechazan las instituciones tradicionales de la familia e incluso el género, ofreciéndose una amplia gama de tipos de identidad sexual. En ese mismo escenario, las personas afrodescendientes hacen demandas absurdas, por ejemplo, sobre la compensación por los años de esclavitud de sus antepasados (que es una tontería legal, ya que la ley aquí no tiene efecto retroactivo) y bajo el pretexto de “derechos y libertades” participan en la comisión de delitos. Obviamente, esto tiene poco que ver con la realización de los derechos humanos y las libertades, en realidad, lo que se ha convertido en una herramienta política y una nueva norma que antes era una desviación social y se solía reprimir.

Lo antes expresado es lo que explica la existencia de las reclamaciones mutuas de los países occidentales y Rusia en el campo del cumplimiento de los derechos humanos, contradicción que ha existido durante aproximadamente 150 años. Así, a principios del siglo XX, varias organizaciones judías de los Estados Unidos presionaron activamente al Imperio Ruso para abolir la ley de residencia (ya que los judíos en el Imperio ruso eran considerados extranjeros y se les prohibió la libre circulación por el país). Rusia objetó a esto que los judíos son sus súbditos, y que deben vivir de acuerdo con las leyes establecidas en el país.

Cabe señalar, que el primer sufragio femenino en el mundo se consumó en el Imperio ruso en 1906, y fue en el Gran Ducado de Finlandia, que disfrutó de una autonomía significativa. Ahora, en Occidente, se calla deliberadamente que, por primera vez, las mujeres obtuvieron el derecho a elegir y ser elegidas en el Imperio ruso, desconociendo que Finlandia y Polonia, hasta 1917 eran parte de Rusia. Este enfoque es característico de Occidente en su conjunto: distorsionar los hechos históricos y propagar todo tipo de falsedades para satisfacer sus intereses políticos y así justificar su propia posición.

Después de la revolución de 1917 en Rusia, la estructura civil y legal de toda la sociedad fue modificada. Hay que reconocer que los bolcheviques cometieron un grave error al comenzar la lucha contra la religión, aunque este problema se manipula y se presenta en la prensa occidental de una manera distorsionada. Muchos templos continuaron funcionando y el clero cumplió su misión.

Sin embargo, los hombres y las mujeres de todas las nacionalidades, obtuvieron amplios derechos en política, trabajo, salud, recreación, educación, etc. El historiador estadounidense Gordon S. Wood en su libro La Idea de América. Reflexiones sobre el nacimiento de los Estados Unidos, señala que la verdadera razón por la que las autoridades estadounidenses no reconocieron el poder Soviético después del derrocamiento de la monarquía en Rusia fue el miedo a perder el “monopolio de la democracia”, ya que en la Rusia Soviética se consagraron muchos más derechos y libertades que en los Estados Unidos.

Las críticas a la Unión Soviética desde Occidente, en general, se centraron en el hecho de que, a pesar de los diferentes derechos consagrados a la población, los intereses del Estado estaban por encima de los del individuo. Lo colectivo prevalecía sobre lo individual. Sin embargo, este rasgo todavía es característico de muchos países, donde al menos parcialmente se ha conservado la estructura tradicional. Hay comunidades en diferentes formas y tamaños, en cuyas reuniones se discuten diversos temas, y esta diversidad es una manifestación adecuada de las diferentes culturas y estilos de vida (por ejemplo, en África existe una institución igualitaria como el “palawer”, donde los diversos temas se discuten a la usanza característica de esta sociedad, mientras que en Afganistán y Pakistán funciona entre las tribus Pastunes la “Jirga”, una suerte de asamblea para resolver una variedad de temas bien disímiles.

Volviendo a la manera occidental de asumir los derechos y las libertades, podríamos señalar que, la trata de esclavos y el racismo, incluido el apartheid (que todavía se puede observar en Palestina ejercido por la entidad sionista de Israel) son una especie de tarjetas de presentación de Occidente, especialmente en la era de la Ilustración, cuando fueron introducidos los conceptos de derechos humanos.

Los grandes descubrimientos geográficos comenzaron a servir como una fuente de enriquecimiento para las metrópolis europeas y la esclavitud de otros pueblos en África, Asia y el Nuevo Mundo (América del Norte y del sur) son un ejemplo del cinismo occidental y la arrogancia. Podríamos citar los llamados zoológicos humanos en los Estados Unidos y en muchos países de Europa occidental, donde las personas de países lejanos fueron expuestas en recintos como si se tratara de animales.

En la Exposición Mundial de Comercio de París, en 1931, fue presentado un pabellón donde se exhibían a pobladores de varias colonias francesas, desde el Norte de África hasta Indochina. Esta experiencia fue repetida por Bélgica en 1958, donde fueron expuestos residentes del Congo dentro de una jaula. Un hecho que sucedió en fecha posterior a la adopción de la declaración en 1948.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “todos los seres humanos son iguales ante la ley y tienen derecho, sin distinción alguna, a igual protección de la ley. Todas las personas tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que viole la presente Declaración y contra toda incitación a tal discriminación”. Resulta que, según la lógica de Occidente, todavía hay quienes tienen más derechos y libertades que otros. Aldous Huxley lo ilustró perfectamente en su libro El Corral, en el que después de la expulsión de los animales domésticos del hombre, los cerdos usurparon el poder muy rápidamente.

Al mismo tiempo, en los Estados Unidos, los afrodescendientes y los blancos tenían prohibido estudiar en las mismas escuelas. A pesar de las declaraciones patéticas sobre la democracia en los Estados Unidos en los años 50- 60 del siglo pasado, hubo segregación racial, y sus ecos aún existen hasta hoy. Ni siquiera era posible imaginar esto en la Unión Soviética con su diversidad de culturas y pueblos, donde se podía obtener una educación superior gratuita para un representante de cualquier etnia, incluso la más pequeña, e incluso, hacer una carrera política.

Ya en la Rusia moderna, Occidente, a través de sus instituciones y organizaciones, ha intentado repetidamente imponer sus reglas y procedimientos bajo el pretexto de proteger los derechos humanos, en detrimento de las bases del Estado ruso. Así, por ejemplo, el Comité Internacional de la Cruz Roja trató de justificar las actividades terroristas en el Cáucaso Norte e incluso, cambiar legalmente los conceptos.

El Instituto de la Sociedad Abierta George Soros ha influido activamente durante algún tiempo a través del sistema educativo. Los casos individuales se utilizaron para la aplicación a gran escala de sanciones y presión política (la Llamada Ley Magnitsky, aprobada en los Estados Unidos en 2012, seguida por las contrapartes europeas).

Por cierto, con respecto al uso de la violencia por parte de las autoridades contra sus ciudadanos, la diferencia entre Rusia y los países occidentales es asaz evidente. Basta con ver los videos de cómo se llevan a cabo las protestas y el trabajo de la policía durante tales eventos. En Rusia, los infractores suelen ser llevados a un automóvil para registrar sus datos y llevar el caso a los tribunales. En los países de la UE y los Estados Unidos, por regla general, las personas son golpeadas con porras (a veces, a juzgar por los informes, muy brutalmente y con consecuencias para la salud), rociadas con gases lacrimógenos en la cara, envenenadas con gas pimienta, atacadas por perros y rociadas con cañones de agua.

Por supuesto, dentro de los Estados Unidos y los países de la UE, se cometen constantemente numerosas violaciones de los derechos y las libertades (el último ejemplo es la censura política de los medios de comunicación y el acoso de varios partidos políticos alternativos y movimientos que se oponen al establishment), pero no se convierten en una razón para que otros países impongan sanciones contra los Estados Unidos. Porque al tratar de instrumentalizar políticamente cualquier caso de derechos humanos en otro Estado, los Estados Unidos y la UE, violan automáticamente su soberanía, enfatizando su arrogancia y doble rasero.

Esta fue una de las razones por las que Rusia dejó de ser parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Al mismo tiempo, dentro de Rusia funcionan numerosos mecanismos para garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos rusos; la rendición de cuentas y la transparencia del trabajo de los órganos del poder ejecutivo están mejorando constantemente.

En las condiciones de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania (que de hecho, es una guerra de toda la OTAN contra Rusia) y las sanciones occidentales, la interacción entre las autoridades y los ciudadanos ha alcanzado un nuevo nivel, demostrando la cohesión del pueblo y el Estado frente a los desafíos externos. Por lo tanto, Rusia será objetivamente un ejemplo de desarrollo adecuado de una sociedad donde las leyes seculares se llevan bien con las costumbres y tradiciones religiosas, donde se practica el respeto mutuo y se conservan los valores familiares.

En cuanto a Occidente, si la situación no cambia allí, esto amenaza con una mayor desintegración de la sociedad, la degradación del sistema estatal con el aumento del papel de las corporaciones y los aparatos represivos y el aumento de la conflictividad, de lo que han advertido repetidamente numerosos sociólogos.

(Traducción del ruso:Oscar Julián Villar Barroso. Doctor en Ciencias Históricas y Profesor Titular de la Universidad de La Habana)

rmh/ls

*Presidente de la Junta de Dirección de la Fundación para el Fomento y Desarrollo de las Relaciones Rusia-Cuba “Fidel Castro”

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