Los especialistas estiman que esos denominados tremores (temblores) constituyen un tipo de vibración continua dentro del cráter y, a diferencia de un temblor común, duran varios minutos u horas y son asociados al flujo de gases, fluidos o magma en el interior de este accidente geológico de la norteña provincia de Alajuela, añadió el diario.
Uno de esos movimientos fue en las últimas horas, un episodio sísmico y acústico intenso dentro del volcán, añadió el Observatorio Vulcanológico y Sismológico, aunque la nubosidad actual impide ver los cambios asociados a estas condiciones interiores, según el vulcanólogo Geoffroy Avard.
“De vez en cuando -explicó- tenemos un periodo de tremor intenso, por ejemplo, en la tarde del martes, uno bien fuerte, pero carecíamos de una buena visibilidad para observar cambios en la actividad eruptiva”.
Para Avard, el tremor es un tipo de vibración continua que ocurre dentro del volcán y está asociado al movimiento de gases, fluidos o magma en su interior.
Aunque el Poás sigue en estado de erupción, el especialista considera que la actividad volcánica “mantiene pulsos pequeños y frecuentes, con emisión de ceniza, en períodos intensos frecuentes, es decir que tenemos ahí una intensidad variable de este tremor”.
Pese a esos episodios recientes -indican los especialistas- hay una tendencia a la disminución en la fuerza eruptiva desde el viernes 11 de abril.
Avard agregó que la actual emisión de ceniza se concentra en la boca A, que está ubicada más cerca del mirador del Parque Nacional, mientras que la C muestra menos actividad en los últimos días.
Respecto al impacto de la actividad eruptiva, las plumas (columnas de gases) que salen del volcán se dispersan sobre todo hacia el suroeste, lo que puede generar afectación en comunidades de zonas cercanas como Grecia o Sarchí, en dependencia de las condiciones del viento.
Las erupciones del Poás durante las últimas semanas tras el cierre del Parque Nacional el 17 de marzo afectaron extensas zonas de los alrededores, en especial por la toxicidad de sus cenizas y gases como el azufre, que dañan la vista, causan otros problemas de salud y envenenan los ríos aledaños.
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