Los datos oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE) afirman que el mandatario Daniel Noboa ganó con más del 55 por ciento frente al 44 por ciento de Luisa González, la candidata del movimiento Revolución Ciudadana (RC).
Una diferencia amplia, sobre todo si se considera que las encuestas previas hablaban de un empate técnico, muy similar a lo ocurrido en la primera vuelta de los sufragios, el pasado 9 de febrero, cuando la diferencia entre ambos contendientes fue de apenas 0,17 por ciento.
El mismo domingo 13 de abril, día del balotaje, mientras el oficialismo celebraba, González, representante del correísmo, rechazó los resultados y denunció un proceso plagado de irregularidades.
La comunicadora y socióloga Irene León planteó que el fraude va más allá del voto en sí, con acontecimientos extra electorales, y uno de ellos es que Noboa nunca pidió licencia para hacer campaña como exige la ley, mientras el CNE no adoptó las medidas necesarias al respecto.
Noboa decidió, por su propio arbitrio, cuándo era presidente y cuándo candidato, apuntó León, que también denunció el uso de recursos públicos para proselitismo y la exigencia a los medios de comunicación de cadenas nacionales del Ejecutivo en el periodo de campaña y también en el silencio electoral.
En su opinión, hay una sucesión de hechos desde que se convocó a los sufragios y hasta el mismo día de la votación, que apuntan a la irregularidad del proceso.
No obstante, consideró que la parte más contundente que confirmaría la manipulación está en la digitalización de las actas y documentos de la votación y señaló la necesidad de una auditoría de todo el sistema digital electoral.
A eso se suma que 24 horas antes de las votaciones, el Ejecutivo decretó estado de excepción en siete provincias del país y dos municipios, incluida la capital, lo que restringe reuniones públicas y protestas hasta mediados de junio, al tiempo que elimina el derecho a la privacidad de las comunicaciones.
Otra novedad en estos comicios fue la prohibición del uso de celulares en los recintos electorales, algo que a juicio de la oposición impidió el registro de posibles anomalías, aunque el Ejecutivo y el CNE afirman que fue una medida para evitar extorsiones.
Como elementos adicionales que podrían haber influido en el proceso están los cambios de centros de votación a última hora bajo el argumento de inundaciones en localidades donde apoyan mayoritariamente a la RC y la suspensión del voto para ecuatorianos en Venezuela.
Más allá de esos hechos, lo que llama la atención es el salto estadístico entre la primera y la segunda vuelta.
El apoyo a González del líder indígena y excandidato presidencial Leonidas Iza, quien obtuvo un cinco por ciento de los votos en el primer turno, debió ayudar a ganar respaldo a la contendiente opositora, así como la unidad de otras organizaciones de izquierda y centro.
Sin embargo, el resultado para ella fue prácticamente el mismo, mientras que Noboa sumó casi millón y medio de votos adicionales en comparación con la primera votación.
Analistas creen que el pacto entre Pachakutik, brazo político del movimiento indígena, y el correísmo quizás no convenció a las bases debido a las tensiones históricas entre ambos grupos.
El CNE deberá proclamar los resultados en las próximas horas y entonces se abriría el espacio de tiempo para las impugnaciones formales.
González, basada en un informe de los observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), ratificó en su cuenta de X que hubo “irregularidades durante todo el proceso electoral y vamos a presentar pruebas de la manipulación de las actas”.
Entre los hallazgos, la candidata mencionó “múltiples versiones de actas que fueron modificadas desde el propio CNE”, la alteración del ausentismo, actas sin firmas y sumas que no coinciden con el número de sufragantes.
“Tenemos mil 984 actas sin firma conjunta. Lo que violaría el artículo 127 del Código de la Democracia y deberían invalidarlas”, indicó.
También se refirió a que “se registró una disminución inusual del voto en blanco, lo que dejaría en duda la posible manipulación directa de más de 150 mil papeletas”.
Más allá de las denuncias e hipótesis, quedan preguntas en el aire para afirmar que fue legal, limpia y justa la victoria de Noboa. Hoy, muchos cuestionan el triunfo, aunque otros -dentro y fuera de Ecuador- lo han reconocido y felicitado.
Para el sociólogo Agustín Burbano «encuestas dañadas, condiciones antidemocráticas, errores en la estrategia, campaña sucia y dinámicas electorales de la historia reciente son los grandes cuerpos de variables que nos permitirán entender (…) cómo se manufacturó una legitimación fraudulenta del neoliberalismo y el autoritarismo en Ecuador».
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