La iniciativa fue endosada por 19 países de todos los continentes, entre ellos India, México, Canadá, Países Bajos, Sudán y Zambia, y permanecerá abierta a nuevas adhesiones.
El acuerdo busca impulsar una transición energética justa y equitativa, complementando la electrificación y reduciendo la dependencia del petróleo, el gas y el carbón.
Tal documento reconoce los compromisos previos de las cumbres del G20 de Delhi y Río de Janeiro, así como la convocatoria de la COP28 de Dubái a abandonar gradualmente los combustibles fósiles.
Los firmantes se comprometen a adoptar políticas nacionales ambiciosas, reflejarlas en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) climáticas y crear marcos de inversión que garanticen la expansión responsable de tecnologías limpias como el hidrógeno verde, los biocombustibles y los combustibles sintéticos.
Anualmente, la Agencia Internacional de Energía (AIE) supervisará el progreso del pacto, que será evaluado en reuniones ministeriales hasta 2035.
Por otra parte, se promoverá la armonización de estándares de carbono, la cooperación regulatoria y el financiamiento de proyectos en mercados emergentes, con el fin de abaratar costos y acelerar la innovación.
También el denominado Belém 4x destaca la urgencia de establecer mercados transparentes, sistemas de certificación mutuos y medidas de apoyo a los países en desarrollo para fomentar tecnologías limpias en la aviación, el transporte marítimo, la agricultura y la industria pesada.
Con ese compromiso, los países signatarios buscan enviar un mensaje político contundente: la mutación hacia combustibles sostenibles ya no es una opción, sino un camino compartido hacia la descarbonización global.
La transición energética y la revisión del Acuerdo de París, del que se cumplen 10 años, fueron los temas centrales de dos paneles de discusión en el segundo y último de la Cumbre de Líderes en esta capital del norteño y amazónico estado de Pará.
Entre los oradores de la jornada, destacó el canciller de Venezuela, Yván Gil, quien denunció la agresividad de Estados Unidos con su política imperial de enviar barcos, no para reparar afectaciones del cambio climático, sino para acorralar y saquear el petróleo de su país.
Gil aludió a la campaña militar que Washington extiende en el Caribe y el Pacífico, donde hostiga con bombas a lanchas civiles, aparentemente conectadas con el narcotráfico, dejando hasta la fecha unos 70 muertos.
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