Leyendas: Silvio Leonard, una carrera entre luces y sombras
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La Habana, 2 dic (Prensa Latina) Como tocado por los dioses con el don de la velocidad, el cubano Silvio Leonard inscribió su nombre en el libro sagrado del atletismo mundial y solo escasas milésimas de segundos lo privaron de obtener una medalla de oro olímpica en Moscú 1980.
El talento de Leonard fue innegable desde sus comienzos y poco tiempo después debutó internacionalmente con bronce en 100 metros y oro en los 200, durante una competencia del Instituto Nacional Juvenil del Deporte en México.
Iniciaba así un palmarés que luego aumentó con sendos títulos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1974 en República Dominicana, actuación reeditada en competencia similar que se efectuó en la justa de 1978 en Medellín, Colombia.
El atleta, de 1,82 metros de estatura y 65,5 kilogramos por aquel entonces, ascendió también a lo más alto del podio en lides continentales, al ganar el hectómetro en los Panamericanos de México 1975 y de Puerto Rico 1979, donde se impuso, además, en los 200 metros.
El aval de este mulato sencillo, que a veces tartamudea, exhibe la marca de 9,98 segundos, registro nacional desde hace 43 años, para ubicarlo en el selecto grupo de velocistas con menos de 10 segundos en los anales del deporte.
Acerca del excepcional registro recuerda Silvio que lo rubricó en la I Copa América en 1977, efectuada en Guadalajara, México, y ante rivales de calidad como el trinitario Hassely Craford y su compatriota Osvaldo Lara, principal oponente en la isla caribeña.
'Fue una carrera muy tensa, antecedida por varias arrancadas en falso que por el reglamento actual algunos hubiésemos sido eliminados, pero tuve la precisión de salir puntero en el cuarto intento', afirmó en una entrevista quien entonces alcanzó el segundo mejor tiempo de todas las épocas en el hectómetro.
RECUERDOS OLÍMPICOS
A la Olimpiada de Montreal, Canadá, en 1976, arribó el múltiple monarca con los sueños de quien era visto como el gran favorito, sin embargo, 'un juego con una botella entre dos compañeros me provocó una herida de varios puntos en una de las piernas', relató.
'Ello frustró mis opciones', expuso antes de revelar el infinito dolor que sintió al observar las victorias de Hassely Craford, de Trinidad y Tobago, y Donald Quarry, de Jamaica, en 100 y 200, respectivamente, especialistas que declararon a los medios de prensa que sus posibilidades aumentaron gracias a su ausencia.
Pasó el tiempo y después de lograr una medalla de plata en el hectómetro y proclamarse campeón de los 200 en la Copa Mundial de 1979, Leonard aspiraba de nuevo a la gloria olímpica en Moscú 1980.
Empero, tuvo que conformarse con el subtítulo en un final de fotografía ante el inglés Alan Wells. 'Fue aquella una carrera muy disputada, en la que ambos cronometramos 10,25 segundos, caracterizada por la potencia de Wells en el último tramo, aunque todavía creo que no perdí', rememoró con las cejas fruncidas.
Así se despidió de los grandes escenarios, aunque no fue hasta 1985 cuando notificó su retiro oficial entre calificativos como 'corredor de la fatalidad' y el de 'la glorias y las penas'.
Al respecto, Silvio dejó claro que discrepa con esas apreciaciones y manifestó que 'me siente feliz porque se entregó con amor, dedicación y constancia al entrenamiento para dar lo mejor de sí al pueblo de Cuba'.
Varios reconocimientos confirman su creencia: Novato del Año en 1973, incluido en 1974, 1977 y 1980 entre los 10 Atletas más sobresalientes del país, integrante de la lista de los 100 Atletas del Siglo XX en isla y seleccionado en 1975 el deportista más destacado de la región en la tradicional encuesta de Prensa Latina.
Durante 11 años se codeó con los más afamados velocistas de su tiempo: Craford, Quarry, el italiano Petro Mennea, el ruso Valery Borzov, el estadounidense Ted Williams y el inglés Wells, por lo que se le consideró el sucesor de Enrique Figuerola, plata olímpica de la prueba en Tokio 1964.
Tras su despedida del deporte activo y hasta la actualidad, Leonard trabaja en la captación de nuevo valores y su experiencia la ha trasmitido también como colaborador deportivo en diversas naciones.
jdg/jfrz
(El texto forma parte de la sección Leyendas, que revive historias de relevantes deportistas latinoamericanos)
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Leyendas: Silvio Leonard, una carrera entre luces y sombras
2 de diciembre de 2020, 0:50
La Habana, 2 dic (Prensa Latina) Como tocado por los dioses con el don de la velocidad, el cubano Silvio Leonard inscribió su nombre en el libro sagrado del atletismo mundial y solo escasas milésimas de segundos lo privaron de obtener una medalla de oro olímpica en Moscú 1980.
Una historia que inició en su ciudad natal, Cienfuegos, ubicada en la zona central de la isla, justo cuando a los 14 años, en 1969, mostró su dotes en las pistas tras un primer intento en los diamantes de béisbol.
El talento de Leonard fue innegable desde sus comienzos y poco tiempo después debutó internacionalmente con bronce en 100 metros y oro en los 200, durante una competencia del Instituto Nacional Juvenil del Deporte en México.
Iniciaba así un palmarés que luego aumentó con sendos títulos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1974 en República Dominicana, actuación reeditada en competencia similar que se efectuó en la justa de 1978 en Medellín, Colombia.
El atleta, de 1,82 metros de estatura y 65,5 kilogramos por aquel entonces, ascendió también a lo más alto del podio en lides continentales, al ganar el hectómetro en los Panamericanos de México 1975 y de Puerto Rico 1979, donde se impuso, además, en los 200 metros.
El aval de este mulato sencillo, que a veces tartamudea, exhibe la marca de 9,98 segundos, registro nacional desde hace 43 años, para ubicarlo en el selecto grupo de velocistas con menos de 10 segundos en los anales del deporte.
Acerca del excepcional registro recuerda Silvio que lo rubricó en la I Copa América en 1977, efectuada en Guadalajara, México, y ante rivales de calidad como el trinitario Hassely Craford y su compatriota Osvaldo Lara, principal oponente en la isla caribeña.
'Fue una carrera muy tensa, antecedida por varias arrancadas en falso que por el reglamento actual algunos hubiésemos sido eliminados, pero tuve la precisión de salir puntero en el cuarto intento', afirmó en una entrevista quien entonces alcanzó el segundo mejor tiempo de todas las épocas en el hectómetro.
RECUERDOS OLÍMPICOS
A la Olimpiada de Montreal, Canadá, en 1976, arribó el múltiple monarca con los sueños de quien era visto como el gran favorito, sin embargo, 'un juego con una botella entre dos compañeros me provocó una herida de varios puntos en una de las piernas', relató.
'Ello frustró mis opciones', expuso antes de revelar el infinito dolor que sintió al observar las victorias de Hassely Craford, de Trinidad y Tobago, y Donald Quarry, de Jamaica, en 100 y 200, respectivamente, especialistas que declararon a los medios de prensa que sus posibilidades aumentaron gracias a su ausencia.
Pasó el tiempo y después de lograr una medalla de plata en el hectómetro y proclamarse campeón de los 200 en la Copa Mundial de 1979, Leonard aspiraba de nuevo a la gloria olímpica en Moscú 1980.
Empero, tuvo que conformarse con el subtítulo en un final de fotografía ante el inglés Alan Wells. 'Fue aquella una carrera muy disputada, en la que ambos cronometramos 10,25 segundos, caracterizada por la potencia de Wells en el último tramo, aunque todavía creo que no perdí', rememoró con las cejas fruncidas.
Así se despidió de los grandes escenarios, aunque no fue hasta 1985 cuando notificó su retiro oficial entre calificativos como 'corredor de la fatalidad' y el de 'la glorias y las penas'.
Al respecto, Silvio dejó claro que discrepa con esas apreciaciones y manifestó que 'me siente feliz porque se entregó con amor, dedicación y constancia al entrenamiento para dar lo mejor de sí al pueblo de Cuba'.
Varios reconocimientos confirman su creencia: Novato del Año en 1973, incluido en 1974, 1977 y 1980 entre los 10 Atletas más sobresalientes del país, integrante de la lista de los 100 Atletas del Siglo XX en isla y seleccionado en 1975 el deportista más destacado de la región en la tradicional encuesta de Prensa Latina.
Durante 11 años se codeó con los más afamados velocistas de su tiempo: Craford, Quarry, el italiano Petro Mennea, el ruso Valery Borzov, el estadounidense Ted Williams y el inglés Wells, por lo que se le consideró el sucesor de Enrique Figuerola, plata olímpica de la prueba en Tokio 1964.
Tras su despedida del deporte activo y hasta la actualidad, Leonard trabaja en la captación de nuevo valores y su experiencia la ha trasmitido también como colaborador deportivo en diversas naciones.
jdg/jfrz
(El texto forma parte de la sección Leyendas, que revive historias de relevantes deportistas latinoamericanos)
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