Alejandro Sabella, un educador del fútbol argentino
Alejandro Sabella, un educador del fútbol argentino
Alejandro Sabella, un educador del fútbol argentino
Buenos Aires (Prensa Latina).- Hay historias que forman parte de la mitología futbolística, relatos que se cuentan y propagan a modo de narración oral, pero resulta muy difícil comprobar si lo que ahí se dice, ocurrió efectivamente.
Nadie sabía demasiado, en cuanto a fútbol, sobre ese equipo, y la mayoría relacionaba a este país, con las noticias que llegaban a través de los medios hegemónicos, que hablaban de conflictos geopolíticos y grupos fundamentalistas.
En ese momento el entrenador del seleccionado argentino (Alejandro Sabella), comprendió que debía dar una charla sobre Irán. Explicarles a sus dirigidos que iban a jugar ante el seleccionado de un país con una historia extraordinaria, de miles de años.
Comenzó a contarles, no sobre las cuestiones tácticas del rival al que tenían que enfrentar, sino sobre el imperio persa. Una de las grandes civilizaciones de la antigüedad, tan avanzada y tan floreciente que marcó su influjo en la mitad del mundo conocido hasta entonces.
De ese modo, la parte occidental del 'viejo mundo' recibió las pautas culturales de la civilización griega, mientras que la parte oriental, se formó en los cánones del imperio persa.
El mismo entrenador debió hablar, durante esa fase de grupo, acerca de la ex Yugoslavia. Lo que fue un país unificado desde los tiempos del Mariscal Tito hasta 1991, cuando la guerra de Los Balcanes lo dividió en seis pequeños estados (Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Bosnia).
Precisamente a este último seleccionado se debía enfrentar el cuadro albiceleste. Tenía que medirse con un equipo compuesto por jóvenes que habían sido niños durante la guerra que fragmentó aquel país. Las cosas que habrán visto los ojos de aquellos niños.
De nuevo, nadie puede asegurar si esto que se cuenta, efectivamente ocurrió (hay cosas que quedan en la intimidad de los planteles), pero si realmente fue así, qué bueno es que un entrenador esté en condiciones de darles este tipo de formación a sus futbolistas.
Les está transmitiendo un conocimiento que va más allá de la materia que los ocupa, les está enseñando a mirar todo en contexto y a respetar cada situación y a cada persona. Un entrenador no deja de ser un docente y sus jugadores, aunque súper profesionales, no dejan de ser alumnos.
Esta fue la tónica que marcó la carrera y la vida del recientemente fallecido Alejandro Sabella. Fue un educador. Un hombre que se preocupaba por hacer que el mensaje llegue claro a sus dirigidos, ya sea desde lo futbolístico como desde los valores que transmitía a cada momento.
Valores que cultivaba con hechos, desde un compromiso socio político al que nunca renunció, pero del que tampoco nunca hizo ostentación. Un hombre que siempre adhirió a las causas nobles sin colgarse nunca la medalla ni aparecer en la foto.
Autor de frases de colección. En la misma sintonía de 'La patria es el otro', una vez expresó 'El equipo es el otro', que llevado al terreno de juego significa que para que un equipo funcione, hay que pensar primero en el beneficio del compañero, antes que en el propio.
Dueño de una claridad conceptual admirable, era imposible que algo explicado por Alejandro quedara sin entender. La misma claridad conceptual que mostraba como futbolista.
Fue un creativo exquisito, formado en las inferiores de River Plate, donde pese a tener en su mismo puesto a la figura de Norberto Alonso, jugó 118 partidos, marcando 11 goles e integrando los planteles campeones del Metropolitano 75, Nacional 75 y Metropolitano 77.
Pasó por el fútbol inglés vistiendo las camisetas del Sheffield y el Leeds United, pero fue en Estudiantes de La Plata donde encontró su lugar en el Mundo. Con La camiseta del León desplegó todo su talento iniciando un vínculo que iba a durar por el resto de su vida.
Fue pieza vital de un cuadro extraordinario del que disfrutó el club de La Plata, ganando dos campeonatos de manera consecutiva (Metropolitano 82 y Nacional 83). Era un equipo que tenía en su mediocampo a tres futbolistas de creación (Marcelo Trobbiani, José Daniel Ponce y el propio Sabella), dejando a Miguel Russo (hoy DT de Boca) el trabajo de corte y recuperación.
Detalle para los puristas...aquel equipo de Carlos Bilardo ponía a tres 'números 10' dentro de los 11 titulares. También el Doctor Bilardo lo iba a convocar a la selección argentina apenas asumió en 1983, etapa en la que se apoyó en varios hombres de 'su' Estudiantes, como Miguel Russo y Julián Camino (José L. Brown y Trobbiani llegarían hasta el mundial de 1986).
Los últimos pasos como futbolista los desarrolló en Gremio de Brasil y Ferro Carril Oeste. A partir de ahí comenzaría su labor en la dirección técnica, siendo durante años, ayudante de campo de Daniel Passarella.
La oportunidad de ser responsable principal de un equipo le llegó en su propia casa. Estudiantes de La Plata le confió la dirección técnica de un plantel que venía de ser campeón argentino en 2006 y subcampeón sudamericano en 2008.
Alejandro consolidó y le dio un salto cualitativo a ese grupo, que se materializó en la conquista de la Copa Libertadores 2009 y que estuvo a nada de ganarle el Mundial de Clubes al mejor Barcelona de la era Guardiola.
En un partido inolvidable, el cuadro catalán debió emplearse hasta el último instante para poder superar el compromiso conmovedor del cuadro platense y quebrar un planteo táctico admirable, que es materia de estudio hasta el día de hoy.
Esa labor descomunal en Estudiantes, coronada por otro título a nivel nacional en el Apertura 2010, le abrió las puertas de la dirección técnica del seleccionado argentino. Fue el último entrenador que, de verdad, pudo desarrollar un proyecto serio al frente del combinado albiceleste. Fue un oasis en medio de tanto golpe de timón.
Fue un equipo que sabía a qué jugaba, no casualmente llegó a la final del Mundial de Brasil, habiendo hecho, por lo que fue el trámite ante Alemania, méritos para quedarse con esa Copa. Todo el ambiente futbolístico argentino apoyaba la continuidad del ciclo, pero problemas de salud, que ya empezaban a manifestarse, hicieron que dejara el cargo.
En general, el mundo del fútbol califica a los entrenadores en base a sus conquistas, es decir a los títulos o campeonatos que gana. Sin embargo, hay otra forma de valoración mucho más profunda y con más alcance en el tiempo (inadvertida para los consumidores del exitismo inmediato).
Se trata del conocimiento que un entrenador les deja a sus futbolistas y que estos emplearán el resto de su vida. No sólo importa cuánto ganó con tal entrenador, sino cuanto aprendió bajo la conducción de ese DT. Muchas veces se gana un título, pero no se aprende demasiado.
Sabella se destacó en las dos facetas. Materializó objetivos concretos, consolidó un trabajo ejemplar y dejó una enseñanza en los grupos que condujo, que sus jugadores agradecen hasta el día de hoy. No hay mayor satisfacción que escuchar a algún ex dirigido decir que nunca olvida todo lo que aprendió de la mano de un entrenador o maestro.
Una vez un chico preguntó: 'Profe: ¿Para qué leíste tantos libros?'. El profesor contestó: Para poder dar respuesta cada vez que ustedes me preguntan algo.
jdg/asc/may
(*) Colaborador de Prensa Latina en Argentina.
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Alejandro Sabella, un educador del fútbol argentino
12 de diciembre de 2020, 14:0Por Andrés Schiapichetti (*)
Buenos Aires (Prensa Latina).- Hay historias que forman parte de la mitología futbolística, relatos que se cuentan y propagan a modo de narración oral, pero resulta muy difícil comprobar si lo que ahí se dice, ocurrió efectivamente.
Una de esas historias habría tenido lugar durante el Mundial de Brasil 2014. El contexto fue un entrenamiento del seleccionado argentino, que se preparaba para afrontar los partidos de la fase de grupo. En medio de la actividad, alguien del plantel expresó su total desconocimiento por el seleccionado de Irán.
Nadie sabía demasiado, en cuanto a fútbol, sobre ese equipo, y la mayoría relacionaba a este país, con las noticias que llegaban a través de los medios hegemónicos, que hablaban de conflictos geopolíticos y grupos fundamentalistas.
En ese momento el entrenador del seleccionado argentino (Alejandro Sabella), comprendió que debía dar una charla sobre Irán. Explicarles a sus dirigidos que iban a jugar ante el seleccionado de un país con una historia extraordinaria, de miles de años.
Comenzó a contarles, no sobre las cuestiones tácticas del rival al que tenían que enfrentar, sino sobre el imperio persa. Una de las grandes civilizaciones de la antigüedad, tan avanzada y tan floreciente que marcó su influjo en la mitad del mundo conocido hasta entonces.
De ese modo, la parte occidental del 'viejo mundo' recibió las pautas culturales de la civilización griega, mientras que la parte oriental, se formó en los cánones del imperio persa.
El mismo entrenador debió hablar, durante esa fase de grupo, acerca de la ex Yugoslavia. Lo que fue un país unificado desde los tiempos del Mariscal Tito hasta 1991, cuando la guerra de Los Balcanes lo dividió en seis pequeños estados (Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Bosnia).
Precisamente a este último seleccionado se debía enfrentar el cuadro albiceleste. Tenía que medirse con un equipo compuesto por jóvenes que habían sido niños durante la guerra que fragmentó aquel país. Las cosas que habrán visto los ojos de aquellos niños.
De nuevo, nadie puede asegurar si esto que se cuenta, efectivamente ocurrió (hay cosas que quedan en la intimidad de los planteles), pero si realmente fue así, qué bueno es que un entrenador esté en condiciones de darles este tipo de formación a sus futbolistas.
Les está transmitiendo un conocimiento que va más allá de la materia que los ocupa, les está enseñando a mirar todo en contexto y a respetar cada situación y a cada persona. Un entrenador no deja de ser un docente y sus jugadores, aunque súper profesionales, no dejan de ser alumnos.
Esta fue la tónica que marcó la carrera y la vida del recientemente fallecido Alejandro Sabella. Fue un educador. Un hombre que se preocupaba por hacer que el mensaje llegue claro a sus dirigidos, ya sea desde lo futbolístico como desde los valores que transmitía a cada momento.
Valores que cultivaba con hechos, desde un compromiso socio político al que nunca renunció, pero del que tampoco nunca hizo ostentación. Un hombre que siempre adhirió a las causas nobles sin colgarse nunca la medalla ni aparecer en la foto.
Autor de frases de colección. En la misma sintonía de 'La patria es el otro', una vez expresó 'El equipo es el otro', que llevado al terreno de juego significa que para que un equipo funcione, hay que pensar primero en el beneficio del compañero, antes que en el propio.
Dueño de una claridad conceptual admirable, era imposible que algo explicado por Alejandro quedara sin entender. La misma claridad conceptual que mostraba como futbolista.
Fue un creativo exquisito, formado en las inferiores de River Plate, donde pese a tener en su mismo puesto a la figura de Norberto Alonso, jugó 118 partidos, marcando 11 goles e integrando los planteles campeones del Metropolitano 75, Nacional 75 y Metropolitano 77.
Pasó por el fútbol inglés vistiendo las camisetas del Sheffield y el Leeds United, pero fue en Estudiantes de La Plata donde encontró su lugar en el Mundo. Con La camiseta del León desplegó todo su talento iniciando un vínculo que iba a durar por el resto de su vida.
Fue pieza vital de un cuadro extraordinario del que disfrutó el club de La Plata, ganando dos campeonatos de manera consecutiva (Metropolitano 82 y Nacional 83). Era un equipo que tenía en su mediocampo a tres futbolistas de creación (Marcelo Trobbiani, José Daniel Ponce y el propio Sabella), dejando a Miguel Russo (hoy DT de Boca) el trabajo de corte y recuperación.
Detalle para los puristas...aquel equipo de Carlos Bilardo ponía a tres 'números 10' dentro de los 11 titulares. También el Doctor Bilardo lo iba a convocar a la selección argentina apenas asumió en 1983, etapa en la que se apoyó en varios hombres de 'su' Estudiantes, como Miguel Russo y Julián Camino (José L. Brown y Trobbiani llegarían hasta el mundial de 1986).
Los últimos pasos como futbolista los desarrolló en Gremio de Brasil y Ferro Carril Oeste. A partir de ahí comenzaría su labor en la dirección técnica, siendo durante años, ayudante de campo de Daniel Passarella.
La oportunidad de ser responsable principal de un equipo le llegó en su propia casa. Estudiantes de La Plata le confió la dirección técnica de un plantel que venía de ser campeón argentino en 2006 y subcampeón sudamericano en 2008.
Alejandro consolidó y le dio un salto cualitativo a ese grupo, que se materializó en la conquista de la Copa Libertadores 2009 y que estuvo a nada de ganarle el Mundial de Clubes al mejor Barcelona de la era Guardiola.
En un partido inolvidable, el cuadro catalán debió emplearse hasta el último instante para poder superar el compromiso conmovedor del cuadro platense y quebrar un planteo táctico admirable, que es materia de estudio hasta el día de hoy.
Esa labor descomunal en Estudiantes, coronada por otro título a nivel nacional en el Apertura 2010, le abrió las puertas de la dirección técnica del seleccionado argentino. Fue el último entrenador que, de verdad, pudo desarrollar un proyecto serio al frente del combinado albiceleste. Fue un oasis en medio de tanto golpe de timón.
Fue un equipo que sabía a qué jugaba, no casualmente llegó a la final del Mundial de Brasil, habiendo hecho, por lo que fue el trámite ante Alemania, méritos para quedarse con esa Copa. Todo el ambiente futbolístico argentino apoyaba la continuidad del ciclo, pero problemas de salud, que ya empezaban a manifestarse, hicieron que dejara el cargo.
En general, el mundo del fútbol califica a los entrenadores en base a sus conquistas, es decir a los títulos o campeonatos que gana. Sin embargo, hay otra forma de valoración mucho más profunda y con más alcance en el tiempo (inadvertida para los consumidores del exitismo inmediato).
Se trata del conocimiento que un entrenador les deja a sus futbolistas y que estos emplearán el resto de su vida. No sólo importa cuánto ganó con tal entrenador, sino cuanto aprendió bajo la conducción de ese DT. Muchas veces se gana un título, pero no se aprende demasiado.
Sabella se destacó en las dos facetas. Materializó objetivos concretos, consolidó un trabajo ejemplar y dejó una enseñanza en los grupos que condujo, que sus jugadores agradecen hasta el día de hoy. No hay mayor satisfacción que escuchar a algún ex dirigido decir que nunca olvida todo lo que aprendió de la mano de un entrenador o maestro.
Una vez un chico preguntó: 'Profe: ¿Para qué leíste tantos libros?'. El profesor contestó: Para poder dar respuesta cada vez que ustedes me preguntan algo.
jdg/asc/may
(*) Colaborador de Prensa Latina en Argentina.
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