Los miembros de la red, posando como reclutadores de mano de obra, prometían a los incautos, súbditos de Ghana, Togo, Burkina Faso y Costa de Marfil, previo pago de nueve mil dólares darles empleo en Canadá y cuando llegaban a este país los encerraban en campamentos bajo coerción física, según el informe de la Interpol.
Amén de mantenerlos cautivos los obligaban a fotografiarse en lugares lujosos, decirles a sus familiares que estaban en el país norteamericano y convertirlos en cómplices involuntarios de la estafa, que adquirió ribetes continentales.
El suplicio de los estafados terminó gracias a la intervención del padre de dos de las víctimas que acudió a la Policía ghanesa la cual intervino de inmediato.
Las estafas de este tipo están en auge en países de África occidental; las víctimas son personas en busca de una vida mejor y en fuga a conflictos y otros males que aquejan a África como secuelas de la dominación colonial por las metrópolis europeas.
Apenas la semana pasada cuerpos especializados de Ghana desarmaron una red de tráfico de humanos a los que prometía migrar y llegados a este país del occidente de África obligaba a trabajar en condiciones infrahumanas y de esclavitud.
La pesquisa fue realizada por la Oficina de Delitos Económicos y Crimen Organizado de Ghana que rescató a 219 súbditos de países de África occidental de un campamento en el suburbio capitalino de Oyarifa a los que había prometido empleos y una vez llegados los obligaba a trabajar sin salario ni higiene y subalimentados.
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