El tratamiento consistió en crear células nerviosas (neuronas) derivadas de células madre embrionarias y trasplantarlas al cerebro de 12 pacientes con Parkinson.
De acuerdo con los expertos, las células inyectadas producen una sustancia química llamada dopamina, que coordina el movimiento.
Los pacientes con Parkinson presentan niveles inusualmente bajos de dopamina y, como resultado, sufren temblores, lentitud, rigidez y problemas al caminar o de equilibrio.
Durante el ensayo clínico de fase uno, los investigadores descubrieron que después de 18 meses las células inyectadas se habían establecido en el cerebro sin efectos secundarios graves, e incluso algunos pacientes parecieron estabilizarse o experimentar una mejoría de los síntomas relacionados con la enfermedad.
Con base en estos resultados preliminares, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos aprobó proceder directamente a un ensayo clínico de fase tres con un grupo de pacientes mucho más amplio, que se espera comience en el primer semestre de 2025.
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