Estos grupos, que operan cerca de la frontera con Chad, realizan emboscadas a los habitantes de estas zonas para capturar rehenes y luego exigir dinero o bienes materiales a cambio de su vida.
Según el coordinador humanitario de Naciones Unidas para Nigeria, Mohamed Fall, aunque los ataques se produjeron hace varios días, los detalles se empezaron a conocer ahora debido al limitado acceso a la información en la zona.
La actividad de estas facciones dejan ya unos 35 mil muertos y más de dos millones de desplazados por la violencia.
Los raptos masivos, en particular de menores del sexo femenino y de funcionarios gubernamentales, por cuya liberación demandan rescates en metálico, es una de las principales formas de obtener ingresos por parte de los grupos islamistas que operan en este vasto país del occidente africano.
En los últimos tiempos, el modus operandi fue adoptado también por bandas armadas de delincuentes las cuales, además, atacan y saquean aldeas sin que las autoridades logren ponerles freno.
Los ataques de grupos islamistas y delincuentes contra poblaciones inermes junto a los secuestros constituyen los dos principales dolores de cabeza de las autoridades centrales nigerianas a los que se suman los frecuentes conflictos entre pastores y granjeros por el uso de agua y zonas de pastoreo.
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