sábado 27 de abril de 2024
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En El Salvador se eleva una plegaria por la justicia

San Salvador, 24 mar (Prensa Latina) A 44 años del asesinato de Monseñor Óscar Romero y Galdámez una plegaria se eleva en El Salvador por la condena de los autores intelectuales y materiales del hoy único santo salvadoreño.

Desde hace varios días feligreses acuden a la cripta que guarda los restos del cura del pueblo, el pastor que en momentos de desesperación llamó a sus compatriotas a enfrentar la injusticia que una dictadura militar imponía a su rebaño y que bañaba en sangre el territorio salvadoreño.

La víspera con una eucaristía en la Catedral Metropolitana de San Salvador presidida por monseñor Óscar Álvarez y decenas de visitas con ofrendas florales a la cripta donde yacen los restos del ya canonizado y convertido en santo Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, los feligreses conmemoran el martirio.

Desde el jueves 21 de marzo creyentes y no creyentesconmemoran el asesinato de San Romero, ocurrido un fatídico 24 de marzo de 1980 cuando celebraba una misa en el altar del hospital La Divina Providencia, en San Salvador, mientras pedía el cese a la represión contra el pueblo.

La historia no puede ser borrada y que mejor recuerdo que en 2010, Naciones Unidas proclamó el 24 de marzo de cada año como el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, con lo que se reconoció el legado del prelado.

Cuando aun en El Salvador los altares lloran, el homenaje y el legado de Romero, beatificado hace nueve años en el mes de mayo perdura, está presente, de la misma forma que el pedido de justicia ante la impunidad.

Un 23 de mayo de 2015, Monseñor Romero fue beatificado ante una multitud reunida en la Plaza Salvador del Mundo en San Salvador. Luego fue santificado en Roma. Pero pasaron ya 44 primaveras y su asesinato continúa cubierto por el manto de la sombra y de impunidad que todavía reina en el país, según Oscar Pérez, presidente de la Fundación Comunicándonos.

Pérez, quien estuvo cerca de Romero en una radio comunitaria estima que cuesta entender a un pueblo que se dice y reconoce como cristiano, y que todavía a estas alturas acepte que los asesinos de su único santo se mantengan en la impunidad. “No hay duda, la impunidad de ayer es la impunidad de hoy”, remarcó el exseminarista.

Hace dos año en el séptimo aniversario de la beatificación de San Romero, el Cardenal Rosa Chávez y el postulador de la Causa de canonización, Monseñor Rafael Urrutia, realizaron dos profundas reflexiones sobre este santo, modelo, ejemplo a seguir para todos los católicos, perseguido por defender a los más débiles, explicaron.

Según la historia, a Romero se le atribuye de la curación inexplicable de una mujer salvadoreña embarazada cuya vida estaba en peligro en el momento del parto, milagro elevado para ser canonizado por el papa Francisco en el Vaticano.

Como Romero, los cuatro periodistas holandeses asesinados por manos militares, las casi mil víctimas, muchos niños, mujeres y ancianos, de la masacre de El Mozote, entre otras tragedias que conmocionaron al país, esperan que la balanza se incline por la justicia.

No obstante los esfuerzos y los reclamos populares para que se agilice el proceso de investigación sobre el crimen, del que nada se sabe pese a que la causa fue reabierta hace varios meses, los presuntos culpables están “ocultos” o en Estados Unidos o en Guatemala, u en otros lugares, según denuncias.

Monseñor Romero encabeza la lista de las víctimas de la impunidad en este país y es una vergüenza que le hagan santo y todavía aquí no le hagan justicia, según sostuvo José Lazo, coordinador de Probúsqueda, una ONG que investiga casos de desaparecidos de la Guerra Civil (1980 y 1992).

Los presuntos culpables de asesinar al pastor de los salvadoreños, como el ya fallecido Roberto D´Aubuisson, y los capitanes Alberto Saravia y Eduardo Ávila, así como Fernando Sagrera y Mario Molina, aun no fueron condenados, aunque en el imaginario popular ya son castigados.

mem/lb

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