María Antonia nació en 1730 en la provincia de Santiago del Estero, en el norte argentino, y murió en 1799 tras dedicar su vida a la evangelización y la difusión de las tradiciones y la prédica de los jesuitas.
Además, introdujo la veneración a San Cayetano, patrono del pan y del trabajo, a quien el 7 de agosto de cada año miles de personas le agradecen y piden por empleo, paz y alimentos.
Beatificada en 2016, Mama Antula fue la tercera persona nacida en Argentina en ser declarada santa y la primera mujer en tener ese título. A lo anterior, se añade que el proceso fue presidido por Francisco, el primer Papa de este país sudamericano y miembro de la orden de los jesuitas.
A la religiosa se le atribuyen milagros como la curación de la hermana Vanina Rosa y la recuperación de un hombre de un accidente cerebrovascular. Algunos la consideran una de las primeras feministas de esta nación pues se rebeló contra las normas patriarcales, se negó a casarse o convertirse en monja y decidió ser beata.
Recorrió el norte y centro de Argentina y se cree que caminó en total cerca de cuatro mil kilómetros para enseñar y difundir su fe. Fue incomprendida, insultada e incluso apedreada, pero con el tiempo se convirtió en una persona reconocida en la ciudad.
«Fue la pionera de la defensa de los derechos humanos porque se movilizó a favor de la gente, de los indios y mulatos, en una época en la que las clases sociales no se mezclaban y el esclavo no caminaba por la calle principal», como señala la biógrafa e investigadora Cintia Suárez.
Su canonización sirvió de motivo para que el presidente Javier Milei realizara su primer viaje oficial al Vaticano y se reuniera con el Sumo Pontífice, pese a haberlo ofendido durante la campaña electoral.
(Tomado de Orbe)