Una nota publicada en el sitio oficial del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV), precisa que las explosiones se produjeron entre las 14:01 y las 14:10 de la tarde del pasado 7 de abril, seguida de una emisión de cenizas del cráter Bocca Nuova, que duró unos cuatro minutos.
La nube provocada por la nueva erupción de ese volcán, ubicado en el territorio de la ciudad metropolitana de Catania, al este de esa meridional región italiana, alcanzó unos cinco kilómetros sobre el nivel del mar y se dispersó en dirección sur, por lo que se decidió mantener las operaciones en el aeropuerto de esa urbe portuaria.
El observatorio del INGV para el Etna ubicó las fuentes del temblor debajo del cráter sureste, a una altura de aproximadamente dos mil 900 metros sobre el nivel medio del mar.
En estos momentos, según señala el parte, las señales infrasónicas se localizan exclusivamente en correspondencia con el cráter sureste y el análisis de las señales clinométricas, con dispositivos capaces de medir las variaciones de inclinación de la superficie terrestre con extrema precisión, por ahora “no revela deformaciones significativas”.
Esas mediciones continuas de inclinación son muy útiles para monitorear las deformaciones en áreas volcánicas, y representan un método rápido para identificar y estudiar precursores de actividad eruptiva.
Se mantiene en máxima alerta la red de equipos de es etipo que monitorean ese volcán siciliano, con clinómetros de burbujas electrónicos instalados en pozos de entre 10 y 30 metros de profundidad, al que se une uno ubicado el observatorio Pizzi Deneri, a dos mil 830 metros sobre el nivel del mar, precisa la fuente.
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