En un comunicado, la directora ejecutiva de MSF en esta capital, Natalie Roberts, calificó la iniciativa de cruel y profundamente peligrosa.
Según el texto resulta «otro oscuro capítulo en el brutal enfoque británico de la migración», basado «en políticas de disuasión, externalización y castigo de las personas que buscan protección».
Añadió que esas disposiciones ocasionan significativos daños médicos y humanitarios y, en última instancia, cuestan vidas.
El documento enfatiza en el horror que supone la réplica de una forma ya utilizada en Austria al reubicar a solicitantes de asilo en la isla de Nauru, con registros de casos de ansiedad, depresión, estrés postraumático, autolesiones o ideas suicidas.
En este sentido, «nos preocupa profundamente que el proyecto de ley sobre Ruanda pueda desencadenar una crisis de salud mental entre las decenas de miles de personas en riesgo de ser trasladadas a la fuerza».
Sumado a ello, advirtió Roberts, ya esos migrantes llegaron a territorio británico luego de viajes traumáticos que les supusieron problemas físicos y psicológicos.
Refirió, asimismo, que el ejecutivo de Reino Unido, «debe abandonar inmediatamente este enfoque cruel y abominable».
En su lugar, expresó, debe centrarse en establecer rutas seguras y en crear un sistema de asilo operativo, justo y eficaz, que respete la salud y la dignidad de las personas en la búsqueda de seguridad en el país».
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