En tanto otras zonas de este país del este africano enfrentan devastadoras inundaciones por la salida de cauce de los ríos y lagos que con sus aguas arrastran personas, casas, cultivos, bestias, el producto de toda sus vidas de trabajo bajo el implacable sol africano.
Tan pronto asomó el sol por el este los residentes en el vecindario popular capitalino de Ngando, donde las lluvias comenzaron a las 23:00 y solo amainaron al alba, organizaron una manifestación callejera en demanda de apoyo gubernamental.
Las lluvias portentosas que inundan a Kenya desde marzo pasado han cobrado la vida de 35 perdonas, según estadísticas oficiales, aunque no se descarta que la relación de víctimas fatales sea mayor por la ausencia de datos de personas residentes en áreas apartadas.
En paralelo, brigadas de bomberos apoyadas por voluntarios rescatan a vecinos aislados en sus precarias viviendas mientras todos esperan la respuesta oficial en la forma de víveres y enseres elementales para retomar sus vidas donde las interrumpieron los aguaceros, producidos por el fenómeno El Niño, según expertos.
Hasta el presente la única participación gubernamental fue una alerta difundida la víspera en la cual advierten a la ciudadanía evitar la carretera que une a esta capital con la ciudad costera de Mombasa (sureste) por el peligro de ser arrastrado por las aguas.
El drama keniano es otro de catástrofes similares que azotan a varios países del sur africano, entre ellos Burundi, cuyas autoridades horas atrás pidieron ayuda internacional de urgencia para enfrentar los daños en ese pequeño país.
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