Los padrones emergieron de la Encuesta Nacional por Muestra de Hogares Continua: Seguridad Alimentaria, del IBGE. El número representa una parcela del cuatro por ciento de la población nacional, estimada en 216,1 millones de habitantes.
De ese total bajo el flagelo, siete millones de personas viven en áreas urbanas y 1,6 millones en territorios rurales.
El estudio mostró que la cifra de personas en esa condición disminuyó en los últimos cinco años.
La Encuesta de Presupuestos Familiares, con datos de 2018, indicó que, en la época, 10,3 millones de brasileños estaban en esa situación.
Para 2013, 7,2 millones vivían sin tener qué comer diariamente.
El IBGE clasifica la seguridad alimentaria como el acceso pleno y regular a los alimentos de calidad, en cantidad suficiente, sin comprometer el acceso a otras necesidades esenciales.
La inseguridad se clasifica en tres niveles: leve, moderada y grave.
En el caso de la primera, cuando hay preocupación con el acceso a los alimentos en el futuro, además de caída en la calidad adecuada de los suministros resultante de estrategias que visan no comprometer la cantidad de nutrición consumida.
Resulta moderada, cuando los habitantes, sobre todo los adultos de la familia, pasaron a convivir con la restricción cuantitativa de alimentos.
En la grave, cuando hay reducción cuantitativa de alimentos también entre los niños, o sea, todos los habitantes del domicilio pasaron por privación severa en el consumo de provisiones, pudiendo llegar a su expresión más aguda, el hambre.
De acuerdo con la muestra, el norte es la región con mayor proporción de hogares con personas pasando por algún tipo de inseguridad alimentaria.
En total, son 7,7 por ciento de hogares en esa situación. Luego viene el nordeste, con 6,2 por ciento de casas sin pleno acceso a la alimentación.
Después aparecen el centro-oeste (3,6 por ciento), sudeste (2,9) y sur (dos).
En total, 64,1 millones de brasileños (29,7 por ciento) enfrentan algún tipo de inseguridad alimentaria.
lam/ocs
