martes 7 de mayo de 2024
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Historias sin contar del torcedor cubano Cueto, la leyenda viva (+Fotos) (+Video)

La Habana, 26 abr (Prensa Latina) En un ambiente íntimo y relajado el torcedor cubano, José Castelar, Cueto, inició una clase de torcido para los participantes al evento dedicado a honrar su trayectoria que sobrepasa las seis décadas como tabaquero.

fotos roberto f. campos

Entre anécdotas de vida los participantes en El legado de Cueto, que culmina hoy, aprendieron más sobre este maestro tabaquero que a sus 80 años se mantiene activo, y posee cinco récords Guinness por los tabacos más grandes del mundo.

Mientras torcía, Cueto recordó sus inicios a los 14 años en un chinchal – pequeña fábrica de tabacos- en Villa Clara, y desde entonces no ha dejado de torcer, y hace 30 años trabaja en la tienda La Tríada, ubicada en el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña.

Ante la mirada de los asistentes, narra con calma su historia, y los dedos expertos al tacto escogen, agarran y tuercen las hojas del tabaco, y así, reflexiona sobre el oficio.

Recuerda que antiguamente para llegar a torcedor primero había que ser aprendiz y realizar tareas como limpiar el local, preparar la materia prima, y luego de un tiempo sentarse detrás del torcedor a observar cómo se hacen los puros, pero ahora no es así.

En opinión de Cueto los tabaqueros deben conocer el manejo de las hojas escoger la materia prima, el despalillo y otras labores, por si necesitan asumir esos roles en algún momento,como pudiera ser representar al país en otras naciones.

Durante la jornada, una de las torcedoras que acompañó a los improvisados alumnos, conversó sobre el lenguaje secreto de la chaveta, cómo el repiqueteo en la tabla de torcer es una muestra de aplauso que puede reflejar acuerdo o felicidad, un golpe seco significa protesta, pero si cae al suelo, es una señal negra, un torcedor morirá.

ENTRE RISAS, LAS ANÉCDOTAS

Cueto rememoró cuando un cliente entró a la Tienda y le preguntó el precio de un tabaco expuesto cuya longitud era de dos metros. “Dos mil 12 dólares, dos mil serán destinados a la salud pública y los otros doce para comprarme una botella de ron, que para llegar a esta edad hay que tomar ron cubano”, las risas no se hicieron esperar.

Efectivamente, el cliente compró el habano de talla extra, y Cueto donó los dos mil dólares al hospital oncológico de La Habana.

Escuchar de primera mano las anécdotas de una leyenda viva, como lo llaman en el gremio, fue un privilegio sobretodo porque en el ambiente se respiraba puro humor criollo de este Hombre Habano en la categoría de Comunicación en 2011.

Otra vez, narró, entró en un ataúd para una actividad de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la idea consistía en llegar al lugar y salir de repente a leer un comunicado, pero lo que no previeron fue las tantas veces que caería la caja al suelo, y los choques en el camino con otros objetos.

Humo y risas matizaron el encuentro, admiración por alguien de quien sus cercanos alababan más que sus manos, la calidad humana y la humildad.

Sobre los récords Guinness comentó que en una ocasión una entrevistadora le dijo que ya no poseía la marca, pues un estadounidense ostentaba un tabaco mayor tamaño, rápidamente confirmaron la veracidad, y sin hacerse esperar comenzó a elaborar otro puro esa noche.

Al filo de la madrugada la materia prima se agotó, pero Cueto indetenible en su empeño llamó a las personas adecuadas. El resultado, un tabaco de 45,38 metros al amanecer. El tabaco más grande del mundo tiene que ser de Cuba, la tierra del mejor puro del orbe, defendió.

En orden cronológico las marcas son: en 2001 un puro de 11,4 metros de longitud; en 2003 logró otro más grande, de 14,86 metros, al cual le siguieron un tercero de 20,41 metros en 2005 y un cuarto de 45,38 metros en 2008. Hasta que en el 2011 logró un impresionante habano que alcanzó 81,80 metros.

Aunque existe otro tabaco de mayor tamaño sin estar registrado, es el que recuerda con mayor orgullo, tiene 90 metros y lo realizó para homenajear el cumpleaños del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro. Lo curioso es que durante la confección llegó a medir 94 metros, pero sencillamente decidieron cortarlo, era para el Comandante.

mem/tdd

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