La postergación es de una semana, hasta el 6 de mayo próximo, durante la cual deben amainar las lluvias portentosas que, además de las muertes, lanzaron a los caminos a más de 130 mil personas que abandonaron sus hogares en busca desesperada de zonas menos proclives a las inundaciones y los frecuentes aludes de barro.
Portavoces del Ministerio de Educación reportaron que “algunas escuelas fueron afectadas” por las crecidas de los ríos y lagos, pero medios de prensa, fueron más expansivos y aseguraron que el número de planteles dañados supera el centenar, algunos con derrumbes parciales de techos y paredes.
El cuadro dantesco de calles bloqueadas por los escombros, casas derruidas y personas que vagan sin rumbo puede alargarse debido al pronóstico del Instituto de Meteorología según el cual las brutales precipitaciones continuarán.
Las tragedias humanas se repiten en otros estados del sur africano, entre ellos Tanzania, donde las víctimas fatales de las lluvias y sus consecuencias bordea los 200 y Burundi, en el cual el gobierno clamó por ayuda internacional para evitar una hambruna.
Expertos en temas meteorológicos convergieron en que los aguaceros son consecuencia de la aparición cíclica del fenómeno nombrado El Niño-Oscilación del Sur, sin olvidar los nocivos efectos del cambio climático provocado por los humanos.
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