Murillo fue nombrado el pasado 8 de febrero como ministro encargado de Relaciones Exteriores mientras se desempeñaba como embajador de Colombia en Estados Unidos.
Su nombramiento temporal como jefe de la diplomacia ocurrió debido a la suspensión por tres meses del canciller Álvaro Leyva, proferida el pasado 24 de enero por la Procuraduría General de la Nación, por supuestas irregularidades presentadas durante el proceso para la licitación de pasaportes.
En ese momento, la decisión fue calificada por el presidente Gustavo Petro como una maniobra de los sectores reaccionarios, cuya intención era orquestar un golpe de Estado en contra de su gobierno, el primero de izquierda en el país suramericano.
Sin embargo, una vez transcurrido el lapso anteriormente dicho, el Ministerio Público extendió por otros tres meses la inhabilitación de Leyva impidiéndole regresar al cargo.
En tanto, la Presidencia prorrogó la suspensión de Leyva por el trimestre siguiente, y extendió por el mismo periodo el nombramiento de Murillo.
Durante su mandato, Murillo enfrentó momentos álgidos de la política exterior del país, entre los que se hallan las tensiones diplomáticas sufridas con Argentina, después de las ofensas proferidas por el presidente Javier Milei contra su par colombiano, y la ruptura de relaciones con Israel por el genocidio cometido contra la población civil palestina.
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