En una solemne ceremonia iniciada este jueves a las 17:30 hora local, en la Basílica de San Pedro, del Vaticano, el Sumo Pontífice pronunció una homilía, en la que señaló que la esperanza “nos hace soñar con una nueva humanidad y nos da coraje para construir un mundo fraterno y pacífico, cuando parece que no vale la pena el esfuerzo”.
La sociedad en la que vivimos lo necesita, muchas veces inmersa sólo en el presente e incapaz de mirar hacia el futuro, y lo necesita nuestra época, los pueblos, las naciones, que afrontan el futuro con ansiedad y temor, mientras las injusticias continúan, los pobres son descartados y las guerras siembran muerte, dijo.
También necesitan esperanza los jóvenes, a menudo desorientados pero deseosos de vivir plenamente y los mayores, porque la cultura del despilfarro ya no sabe respetar y escuchar.
Francisco pidió en su nuevo llamado la condonación de la deuda de los países pobres, acciones para elevar la tasa de natalidad, la acogida de los inmigrantes y la creación de un fondo para abolir el hambre, así como el compromiso de paz de la diplomacia porque, “¿es demasiado soñar que las armas dejarán de causar destrucción?”.
“El primer signo de esperanza se traduce en paz para el mundo, que se encuentra una vez más inmerso en la tragedia de la guerra”, expresó porque “¿qué les falta todavía a estos pueblos que no hayan sufrido ya?.
“¿Cómo es posible que su grito desesperado de ayuda no empuje a los líderes de las Naciones a querer poner fin a demasiados conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que pueden surgir a nivel global?, añadió, y cuestionó ¿es demasiado soñar que las armas callarán y dejarán de traer destrucción y muerte?
Pidió que quienes poseen riquezas sean generosos con quienes carecen de agua y de alimentos, pues “el hambre es una plaga escandalosa en el cuerpo de nuestra humanidad e invita a todos a un salto de conciencia”.
Enunció nuevamente su llamamiento “para que con el dinero utilizado en armas y otros gastos militares establezcamos un fondo global para eliminar finalmente el hambre y para el desarrollo de los países más pobres”, y también pidió “perdonar las deudas de los países pobres” que nunca podrán pagarlas.
La esperanza, es de que el Jubileo de 2025 ayude a todos “a redescubrir la confianza en la Iglesia”, expresó, pero también “en la sociedad, en las relaciones interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de cada persona”.
El Papa estableció que la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro se abrirá el 24 de diciembre de 2024, iniciando el Jubileo ordinario y luego se harán las aperturas de las puertas de las basílicas vaticanas de San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo, el 29 de diciembre, así como el 1 y el 5 de enero de 2025, respectivamente.
El Jubileo de la Iglesia Católica se extenderá durante todo el año 2025, y concluirá con el cierre de la Puerta Santa de San Pedro el 6 de enero de 2026.
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