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sábado 27 de julio de 2024
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Africanos emergen del diluvio, pero el drama se repetirá

Nairobi, 30 may (Prensa Latina) Aliviados por el fin de las lluvias bíblicas que los azotaron entre marzo y este mes, africanos del este del continente evalúan los daños a sabiendas de que el año próximo sus pesares retornarán.

La temporada de lluvias este año en África oriental resultó en un diluvio si no universal, al menos regional y más dilatado que los 40 días que vagó Noé con su arca llena de parejas de animales y azotado por aguaceros portentosos enviados para castigar a los hombres por pecadores irredimibles y vivir sumidos en la violencia.

Los aguaceros, inclementes y prolongados, cobraron cientos de vidas en Kenya, Burundi, Tanzania y las zonas aledañas a los lagos Victoria y Tanganika.

En varias de las áreas golpeadas por las prolongadas precipitaciones los gobiernos fueron compelidos a declarar el estado de catástrofe nacional debido a las inundaciones que barrieron aldeas anteras, cultivos y arrastraron en su fuerza ciega al ganado.

Sin embargo esta no es la primera vez que se abren las compuertas del cielo y vuelcan sobre los mortales millones de litros de agua: según registros certificados la lluvia más larga de la que se tiene noticia ocurrió entre octubre de 1913 y marzo de 1916 en un escenario paradisíaco, Hawái, devenido infierno anegado.

Los datos oficiales reconocen que en esa ocasión los aguaceros duraron 881 días y, consuelo frágil, sirvieron para nutrir durante un buen tiempo las selvas y playas del famoso conjunto de islas convertido después en estado de la Unión.

La zona de Honomu Maki, en Oahu, fue la más afectada por las inclementes precipitaciones o rastros de lluvia constantes debido a que por su clima tropical y zonas selváticas la región es más propensa a las lluvias que otras partes del mundo.

Por esas fechas el fenómeno de los diluvios se repitió en la ciudad india de Cherrapunji, en el distrito de las Colinas de Khasi Oriental, estado de Meghalaya, donde comenzó a llover en agosto de 1960 y no escampó hasta julio del año siguiente.

Durante ese lapso la Organización Meteorológica Mundial registró la caída de 26 mil 461 milímetros, una muralla de casi 27 metros de agua en 334 días, buenos para garantizarle el segundo lugar en los libros de récords.

Como en donde hay un segundo debe haber un tercero, entre 1939 y 1940, durante 331 días, y apenas 23 años después de aquel diluvio de años atrás, la región hawaiana de Maunawili Ranch, en la isla de Maui fue escenario de un aguacero que se extendió 334 días.

Esta vez, bien entrado el siglo XXI, es África donde la naturaleza vuelca su ira en la forma de precipitaciones meses después de una sequía que mató miles de personas, desplazó decenas de miles y agostó cultivos en otra prueba de que todos los excesos son malos, después que nubes de langostas devoraron alimentos suficientes para abastecer al continente.

Lo peor es que los entes especializados advirtieron a los damnificados que los aguaceros retornarán el año próximo con igual o mayor fuerza y duración.

Resulta palmario que son demasiadas calamidades juntas las cuales, llegados al extremo de clamar al cielo, llevan a preguntarse el genocidio israelí en Gaza, junto a la descocada destrucción del entorno, llevaron al Jahvé del Antiguo Testamento a reeditar el diluvio universal y darle una nueva lección a sus impíos hijos.

mem/msl

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