Llegado la víspera a esta capital, el canciller ruso programa hacer sendas escalas en Chad y Burkina Faso, dos países regidos por gobiernos provisionales, el primero de los cuales inició el camino de regreso a la constitucionallidad con elecciones presidenciales el mes pasado.

El teatro africano de operaciones es favorable a Moscú cuenta habida que más de la mitad de los estados del continente rehusaron el año pasado suscribir la resolución presentada en la ONU contra la operación militar especial rusa en el Donbas.

En términos más específicos, el gobierno ruso neutralizó la campaña impulsada desde los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Estados Unidos para acusarlo de utilizar los alimentos como arma de guerra.

Ni tardo ni perezoso el Kremlin organizó el suministro gratuito de miles de toneladas de trigo a países africanos sumergidos en graves crisis económicas y dejó sin respuesta al llamado occidente colectivo, reticente a asumir gastos semejantes sin esperar el retorno de la inversión.

Aunque en la mayoría de los países visitados los huéspedes occidentales fueron tratados según el más exquisito protocolo, el gobierno de Sudáfrica fue diáfano en su postura cuando la canciller sudafricana, Nadeli Pandor, recordó que Moscú es un amigo fiel de muchos años.

El aserto dejó implícito que Moscú apoyò a la mayoría negra en su oposición al régimen de apartheid, en contrapartida sostenido sin reservas por Europa y Estados Unidos hasta que exhaló el último suspiro.

Todo apunta a que la visita del canciller Lavrov apunta a enfrentar su reacciòn en el teatro de operaciones al anuncio de países de la OTAN de permitir el uso de sus armas contra zonas de Rusia para detener la debacle del régimen ucraniano.

Tal decisión en esencia implica una ampliación del conflicto en el Donbas hasta zonas de contornos muy peligrosos por imprecisos, para decir lo menos.

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