Recientemente, Lucrecia Astiz, hermana del exmilitar Alfredo Astiz, quien cumple cadena perpetua por delitos de lesa humanidad, pidió la salida de la cárcel de los represores, a quienes describió como «hombres que combatieron el terrorismo en el pasado”, y el cierre de los espacios de memoria.

En una carta publicada en el diario Página 12, los familiares y amigos de 12 personas del grupo de la Iglesia de la Santa Cruz, detenidas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977, repudiaron lo que consideraron una nueva provocación.

Solo buscan remover las heridas y lastimar la memoria de nuestros seres queridos y de los 30 mil desaparecidos. Astiz fue condenado por miles de secuestros, desapariciones y torturas en el centro clandestino que funcionó en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), señala la misiva.

Entre las víctimas se encuentran las fundadoras de la asociación Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y Mary Ponce, y las religiosas francesas Leonie Duquet y Alice Domon.

Ese genocida nunca se arrepintió de sus actos ni brindó información sobre el destino de quienes pasaron por la ESMA. Por el contrario, reivindicó el terrorismo de Estado cada vez que pudo, indica el texto.

Asimismo, denuncia que el actual Gobierno hizo “del negacionismo la reivindicación de la crueldad y de la represión, una política pública”.

El expresidente Mauricio Macri no pudo garantizarles impunidad a los genocidas porque los Familiares y los Organismos de Derechos Humanos sostuvimos una lucha inquebrantable que lleva más de 40 años. Javier Milei tampoco podrá, asevera.

El dolor por la ausencia de nuestros familiares y compañeros no cesará jamás. Que exista un gobierno que abre las puertas de la impunidad a los responsables de su secuestro, desaparición y muerte solo profundiza esas heridas, pero el dolor no nos paralizará. Redoblaremos la lucha y la presencia en las calles para defender la democracia y los derechos que tanto nos costaron conseguir, añade.

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