En vísperas del partido de fútbol con Argentina no se habla de otro asunto en las calles, muchos visten la característica camiseta amarilla que distingue al conjunto nacional y los medios de prensa relegan otros temas antes prioritarios para dedicarse a debatir sobre el deporte de las multitudes.

Los dueños de los comercios donde tradicionalmente se trasmiten los partidos se frotan las manos desde hace días; y una enorme y ciega fe en el triunfo parece acompañar a cada uno de los colombianos.

Hasta el delito ha intentado cebarse con la pasión deportiva y, de acuerdo con medios locales, se decomisaron en Bogotá dos mil botellas de licor adulterado que pretendían venderse durante la final de la Copa América, mientras que, en el norteño Barranquilla, incautaron mil 239 camisetas falsificadas de la selección.

Según confirmó el general José Daniel Gualdrón, comandante de la Policía de Bogotá, más de dos mil policías se distribuirán aquí por turnos, pero estarán desplegados desde las horas de la mañana por la final de la Eurocopa, y luego también lo harán en las horas de la tarde, cuando está previsto el partido de infarto.

Reveló que la presencia policial se verá también en bares, gastrobares y zonas de restaurantes.

Gane o pierda la selección de casa, mañana será un día cívico, o de descanso, según lo decretó el presidente Gustavo Petro.

De regresar el cetro, que se ganó por única vez en 2001, se avizora un festejo apoteósico.

Ahora solo queda esperar qué selección lo hace mejor, si la tricolor o la albiceleste, cuando se vean hoy las caras en el estadio Rock Star de Miami, en Estados Unidos.

Sin embargo, cualquiera sea el desenlace, se palpa en las calles que para los neogranadinos un equipo que suma ya 28 juegos invictos merece de manera indiscutible el apelativo de campeón.

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