El fenómeno afectó en total a 5,6 millones de personas tras provocar el desborde de ríos que inundaron casas, calles y campos en las demarcaciones de Chattogram y Sylhet.
De acuerdo con Unicef, millones de menores y sus familias permanecen varados sin alimentos ni suministros de socorro de emergencia mientras que el personal gubernamental y los voluntarios despliegan operaciones de rescate.
Al menos 52 personas murieron tras las fuertes lluvias monzónicas sin precedentes, según las autoridades del país.
El Fondo para la Infancia calificó el fenómeno como un trágico recordatorio del impacto implacable de los fenómenos meteorológicos extremos y la crisis climática en los niños.
“Demasiados niños han perdido a sus seres queridos, sus hogares, sus escuelas y ahora están completamente desamparados”, aseguró en una nota de prensa Emma Brigham, representante adjunta de Unicef en Bangladesh.
La enviada confirmó que el organismo responde en primera línea con la entrega de tabletas purificadoras de agua, sales de rehidratación oral y otros suministros esenciales.
No obstante, alertó que se necesitan más fondos para llegar a los infantes afectados y evitar un impacto aún más devastador en su futuro.
Las inundaciones se produjeron casi a la par de fenómenos similares en el norte de Bangladesh y del ciclón Remal, que impactó al país en mayo.
En conjunto, las tres emergencias han afectado a más de 13 millones de personas en toda la nación del sur de Asia, incluyendo a cinco millones de niños.
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